lunes, 16 de junio de 2025

TEMAS

Dinero, política y cine

1. Expediente Cinematográfica Cinco SRL

En enero 1953, con una formal visita de Luis César Amadori, Hugo del Carril, Mario Soffici y Daniel Tinayre al subsecretario de Informaciones y Prensa, Raúl Alejandro Apold –hombre de antiguo vinculado a la industria como jefe de Publicidad de Argentina Sono Film y en esos momentos funcionario con mucho poder en el gobierno en el área de las comunicaciones y la propaganda–, comenzó a tomar cuerpo una empresa que luego sería bautizada Cinematográfica Cinco (que utilizaba como logotipo la V de los números romanos), gestada a imagen y semejanza de la originaria United Artists de Chaplin, Griffith, Pickford y Fairbanks (1919) y de la argentina Artistas Argentinos Asociados SRL: actores y directores que deciden tomar el control de sus productos. Según declaraciones de Amadori, la operación se habría montado por sugerencia de Apold, quien les prometió todo su apoyo, aunque Hugo del Carril se declaró único autor de la idea de crear esa empresa. El grupo se completaba con Lucas Demare –ausente en la visita por encontrarse filmando en España–, esto es, los hombres de cine más representativos e influyentes por esos años. En abril siguiente, con el aporte de capitales privados y con la redacción de los estatutos, la empresa fue definiendo sus planes: se anunció la filmación del poema de Hernández Martín Fierro; se firmó contrato de alquiler de los estudios Mapol; se conformó una SRL en lugar de la prevista SA; y se instaló una oficina administrativa en Lavalle 1932.

   Aunque los cinco directores conformaban la sociedad, se acordó que cada uno de ellos produciría sus films en forma independiente y que serían distribuidos por la flamante empresa. El primero en producir fue Tinayre, que en octubre inició Tren internacional. Le siguió Soffici en febrero 1954 con Barrio gris. Los otros, mientras tanto, estaban ocupados en compromisos ajenos y previos: Carril con La Quintrala, producción suya que, aunque gestada fuera del grupo, sería distribuida a través de la Cinco; Amadori con Caídos en el Infierno y Demare con Guacho, ambos para los Mentasti.

   En abril 1954 se incorporó Julio Korn como socio y director general: Korn era un magnate periodístico que había hecho fortunas con revistas populares como Radiolandia, Goles, Vosotras y Antena, entre otras, y ésta fue su primera incursión en el cine, del que ya no se alejaría. En junio Korn contrató a Vicente Marco como supervisor general, a Pedro Livschitz como gerente administrativo, a Roberto Fonollosa y a Alejandro Fernández Noguera respectivamente como gerente y jefe de Ventas y a Federico Zagalsky como publicista. Se alquiló otro local para atender el movimiento de las copias, en Lavalle 1880, y una sucursal en Bogotá, desde donde se haría la distribución para el resto de la América latina.

Tren internacional: Florindo Ferrario y Herminia Franco

   Sin embargo, a pesar de los vastos planes anunciados, de la veintena de films nacionales y extranjeros que la empresa publicitó a mediados de 1955 y de la magnitud de las operaciones que se pensaba llevaría a cabo, la Cinematográfica Cinco se debilitó en simultáneo con el deterioro del gobierno, al que estaba indisimulablemente ligada, no sólo por la simpatía que sus socios sentían por el peronismo sino por el apoyo de Apold a través de los generosos créditos otorgados por el Banco Industrial que dependía del Ministerio de Finanzas de la Nación. En concreto, Amadori aportó un film (El barro humano), Carril otro (La Quintrala), Tinayre dos (Tren internacional, La bestia humana), Soffici tres (Barrio gris, El curandero, Isla brava) y Demare ninguno. Además, entre octubre 1954 y septiembre 1958 la empresa distribuyó cinco producciones extranjeras, las europeas Remordimiento y Aventura en Varsovia y las mexicanas Las tres perfectas casadas, Doña Diabla y Los tres alegres compadres.

   En cuanto a producción propia, no la hubo. En 1955 fue anunciada una comedia en tres episodios que habrían de interpretar Zully Moreno (ms. Amadori), Mirtha Legrand (ms. Tinayre) y Ana María Lynch (ms. Carril); una comedia musical protagonizada –sorprendentemente, dada la distancia política entre ambas partes– por Libertad Lamarque; y el recurrente Martín Fierro. La versión de este último fue planificada por Amadori, con producción suya y de Tinayre, dirección de Demare y actuación de Carril como Fierro, Soffici como Vizcacha y Francisco Petrone –otro opositor exiliado– como Cruz. Todavía en 1956 se anunció otra producción propia, en episodios dirigidos por Demare, Soffici y Tinayre. Ninguno de estos proyectos fue concretado.

   En marzo 1958 trascendió que la empresa sería adquirida por un nuevo grupo que, además de los seis socios, integrarían Eduardo Bedoya (dueño de los estudios Baires), Joaquín Franco (socio de la D’An-Fran) y Enrique Faustín: la nueva empresa se denominaría Productores Independientes SA, pero jamás llegó siquiera a conformarse legalmente. Hacia comienzos de los 60 operó otra empresa denominada V Cinematográfica SRL, cuyo titular era Emilio Vieyra, a cuyo apellido correspondía la letra V.

2. Expediente Graiver-Montoneros

La película es una comedia menor, aunque inteligente, deudora de La noche americana, que suma una ácida visión del negocio del cine a una cálida mirada a un pueblo de provincias, con resultado desparejo. Fue la tercera y última producción de empresas vinculadas con el Grupo Graiver: las anteriores fueron Quebracho bajo el rubro Filmacción Producciones SA (Sigler-Paolantonio-Wulicher) y La Raulito como Helicón Producciones SA (Sigler-Paolantonio-Osvaldo Papaleo), en tanto La película salió bajo el sello Helycom Producciones SA (mismos socios), se ignora si por un error de tipeo o por cuestiones legales, aunque se presume que por lo último: de hecho, en mayo 1977 la dictadura militar intervino la empresa (que tenía dos direcciones:  Suipacha 1111, 29º piso, y Lavalle 710, 1º 14) entre muchas otras que estaban relacionadas con Graiver, investigado por sus vínculos con la banda terrorista Montoneros. Más adelante, en julio 1979, los diarios informaron que Helicón o Helycom actuaba como empresa satélite de Rivadavia Televisión SA, licenciataria del Canal 2 de TV de La Plata, y que Sabina Sigler –productora ejecutiva de los tres films– era la personera directa de David Graiver.

La película: Ernesto Bianco

Sigler y “Cocho” Paolantonio, talentoso director y autor teatral, estuvieron estrechamente ligados a esos films, que con seguridad sirvieron para el lavado de dinero ilegal, por ejemplo los 17 millones de dólares que Montoneros cobró tras haber secuestrado a dos miembros de la acaudalada familia Born. El Grupo Graiver era, además, dueño del Banco de Hurlingham y del Banco Comercial de La Plata y detentaba gran parte de las acciones de Papel Prensa SA, que terminó vendiendo a La Nación, La Prensa y La Razón. El más joven de los Graiver, David, era el banquero de Montoneros y, de hecho, también un viejo amigo de Paolantonio desde que en 1969 fue el financista en las sombras de un espectáculo suyo montado en el Di Tella, Fuego asoma.

3. Expediente Capozzolo-Armada Argentina

Al igual que la mayor parte de las ediciones del Campeonato Mundial de Fútbol organizado por la Fédération Internationale de Football Association (FIFA), con sede en Zurich, los derechos de imagen del 11º, celebrado en la Argentina entre el 1 y el 25.6.1978, salieron a licitación. La ganó la empresa brasileña Milton Reis Empreendimentos Ltda., de Río de Janeiro, que, además de la difusión mundial de las imágenes obtenidas (de los partidos en primer lugar, pero también del público, de la algarabía en las calles y de los integrantes de la junta militar que gobernaba de facto la Argentina desde 1976), produjo un largometraje titulado Copa 78 –O poder du futebole–, dirigido por Maurício Sherman, que ponía el acento en el costado negro del acontecimiento, descargando una fuerte crítica sobre los miembros del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional.

   Vaya a saberse cómo, las imágenes originales, o parte de ellas, fueron comercializadas (por izquierda) por la Empresa Brasileira de Filmes SA (Embrafilme), ente estatal equivalente del Instituto Nacional de Cinematografía (INC) argentino pero mucho más independiente en su accionar, ya que podía producir y distribuir films cual una empresa comercial privada. El affaire se desató a mediados de agosto 1978 a través de un cable de la agencia española EFE, que daba cuenta del reclamo de “un grupo de cinematografistas brasileños” (la gente de Milton Reis, en realidad) para que “las autoridades brasileñas les devuelvan el material que filmaron en la copa del Mundo y que, afirman, vendió a la Argentina, lo cual anulará todo el sentido social y crítico del documental que preparábamos”. Se trataba de unas sesenta horas de imágenes, incluyendo los negativos, adquiridos por Inversiones Cinematográficas SA, cuya cabeza visible era Enrique “Quique” Capozzolo, dueño por entonces del Banco Torquinst, que hizo fortunas en connivencia con los militares del Proceso y en particular con el jefe de la Armada, almirante Emilio Massera, fortuna que habría de incrementarse de manera notable tras el estreno de La fiesta de todos, que resultó un enorme éxito de boleterías con 1.7000.999 tickets vendidos en todo el país sólo en el año de su lanzamiento.

Luis Sandrini, Malvina Pastorino y el director
Sergio Renán en el rodaje de La fiesta de todos

   Capozzolo derivó la producción del film a quien figuraba como responsable de su empresa, Hugo Lauría. Por entonces muy joven aunque ya con suficiente experiencia, Lauría, hay que reconocerlo, logró convencer de sumarse al proyecto a una gran cantidad de artistas (delante y detrás de cámaras) reconocidamente democráticos: Sergio Renán, Jorge Gundin, Adolfo Aristarain & Kathy Saavedra, Carlitos Latreyte, Claudio Reiter, Cristian Pauls, Hugo Sofovich, César D’Angiolillo (colaborador dilecto de Fernando E. Solanas, como para marcar su orientación), Félix Luna, Aldo Barbero, Elsa Berenguer, Rudy Chernicoff, Graciela Dufau (quien zafó del entuerto ya que su participación quedó en la cabina de montaje, aunque de todos modos su nombre figura en los créditos originales y en la publicidad), Ulises Dumont, Susú Pecoraro, Jorge Villalba, Marcos Woinsky. Quien más se castigó por su participación fue el director Renán, para quien desde entonces este film fue –para decirlo con brutalidad– tan doloroso como un grano en el culo. Otros, en cambio, habrán sentido orgullo en participar, como José María Muñoz, Luis Landriscina, César Maidana, los hermanos De Grazia y “Marito” Sabato, quien, un año más tarde, defenderá la dictadura militar en ocasión del Festival de Moscú, aunque ésa es otra historia. Hubo, en fin, cierto grado de perversidad al incluir el testimonio de la escritora Marta Lynch, a la que por entonces se vinculaba con Massera, episodio detallado por Claudio Uriarte en su biografía del integrante de la Junta, Almirante Cero, aunque admite que “las cosas no pasaron de unos pocos encuentros sórdidos en el propio despacho del almirante” (pág. 178).

   La fiesta de todos fue una coproducción de la compañía santafesina Arbol Solo SA y de Inversiones Cinematográficas SA, empresas ambas del grupo Capozzolo. “Quique”, el más joven de la familia, ya tenía como esposa y madre de sus hijos a la ¿actriz? Graciela Alfano, quien, a su expreso pedido, solía ayudarlo en ciertas diligencias institucionales ante el susodicho milico. Acaso en agradecimiento por sus favores, “Quique” le permitió un film enteramente suyo, hecho tres años más tarde bajo el título La invitación, fallida aventura intelectual en la que estuvieron involucrados Beatriz Guido, Manuel Antín y otras destacas personalidades del cine argentino y de la cual la señora Alfano no sólo fue la protagonista (miscasting, ya que doblaba en edad a la heroína que debía ser una adolescente) y productora no acreditada como tal. El casi fracaso comercial del film canceló las actividades cinematográficas del matrimonio.

4. Expediente Macri

Los miedos fue el último emprendimiento fílmico del denominado Grupo Macri, presidido por los hermanos Antonio y Francesco Macri, italianos radicados desde 1949 en la Argentina, donde amasaron una de las mayores fortunas del país. Su primer contacto con el medio se dio a través de la empresa MBC Producciones SA, de la que eran socios Antonio Macri (presidente), José Bartolucci (vicepresidente) y Jorge Blanco Villegas, Francisco Macri, Osvaldo José Scuderi y Juan Carlos Vivo (directores), conformada el 21.7.1975 y presentada en sociedad en octubre siguiente. Tenía su sede en una vieja casona en Bolívar 1130 (en la que Leopoldo Torre Nilsson había filmado en 1971 escenas de La maffia) y entre sus principales colaboradores figuraban Isidro Miguel como productor ejecutivo y delegado del grupo por su notable trayectoria, Atilio Polverini como director artístico (así acreditado en los títulos de todos sus films), Juan Carlos Fisner como jefe de producción, Domingo Di Núbila a cargo de las relaciones públicas y Rosita Brascó como agente de Prensa. La sigla MBC significaba Macri, Bartolucci y Compañía, y no “Muy Buen Cine”, como citan algunas fuentes tomando en serio un chiste de “Tonino” Macri disparado en el cóctel de presentación, aunque el chiste cobró realidad si se atiende el parejo nivel de calidad de todos los films de los Macri. MBC, como otras empresas cinematográficas de los años de la dictadura militar 1976-1983, era sospechada de haber sido creada con el exclusivo propósito de blanquear capitales no demasiado legales, lo que suele ser denominado “lavado de activos”.

   La producción inicial de MBC fue Piedra Libre, último largometraje de Torre Nilsson; luego ayudó financieramente –sin acreditarse por ello– a un grupo independiente a terminar el documental Adiós Sui Generis y produjo No toquen a la nena, ¿Qué es el otoño?, el mediometraje documental Una vela en la Antártida, Contragolpe y La isla. Este último fue en realidad producido por Stado Cinematográfica, sociedad de hecho entre Alejandro Doria y Lita Stantic pero, de acuerdo a una gacetilla fechada 23.4.1979, MBC concretó “la compra total de los derechos de exhibición y explotación”. Además, produjo el espectáculo de music hall Leonor vs. Benedetto (1978, Pigalle). La empresa recibió en noviembre 1976 el premio Saggitario d’Oro otorgado por el Centro Internazionale per la Difuzione dell’Arte, en razón del “incremento que dio a la cinematografía argentina con la realización de films de alta calidad que obtuvieron reconocimientos europeos”.

Piedra Libre: Mecha Ortiz y Marilina Ross

   Aparte MBC, el Grupo Macri detentó otras empresas dedicadas a producir cine: la argentina Luzern SA, que concretó apenas Los miedos, y las italianas Iter Film SpA, para la que Antonio Macri en persona produjo Tres hermanos e Identificación de una mujer, e Iter International SCA, que produjo Amore tossico. La dinastía Macri tendrá su continuidad en el cine salteándose una generación: una nieta de Francesco y Antonio llamada Agustina dirigió el largometraje Soledad. Sin embargo, antes que por el cine, el apellido Macri pasará a la Historia por Mauricio, hijo de Francesco y padre de Agustina, quien fue sucesivamente presidente del CA Boca Juniors, intendente de la ciudad de Buenos Aires y, entre 2015 y 2019, Presidente de la Argentina.

5. Expediente Lamónica-Yaciretá

Otra de esas empresas que invierten dineros –no muy claramente obtenidos– en el negocio del cine fue Arte 10 SA: su cara visible era Hugo Lamónica, director de Finanzas, durante la dictadura militar 1976-1983, de la Central Hidroeléctrica Yaciretá-Apipé, una fuente de energía para la Argentina y Paraguay y, para Lamónica, de dinero dulce, emprendimiento que el Presidente Carlos Menem calificó de “monumento a la corrupción”, definición que, dicha precisamente por él, debía ser cierta.

   El primer film de Arte 10 fue una horrorosa adaptación de Pubis angelical, la novela de Manuel Puig: fue producido a todo costo, muy al gusto de su director, Raúl de la Torre, pero su fulminante fracaso comercial hizo que Lamónica decidiera cambiar el rumbo de qualité por productos genéricos, industriales, para lo cual contrató a Juan Carlos Desanzo, quien dirigió los dos últimos títulos de esa compañía, El desquite y En retirada, aquel versión de la novela policial de Rubén Tizziani y gran éxito de taquillas y el otro un guión original (y excelente) de Desanzo, Carlitos Oves y el filósofo José Pablo Feinmann. En ninguno de ellos aparece el nombre Hugo Lamónica: apenas en los dos últimos figura acreditada la productora ejecutiva H. L. y Asoc. A pesar del buen éxito comercial de En retirada, Lamónica canceló las actividades de Arte 10, pero no las suyas en ese terreno, puesto que reapareció con una coproducción mayoritariamente estadounidense nunca lanzada en la Argentina, titulada The stranger, para cuya producción su director, Adolfo Aristarain, conformó una compañía productora denominada Tusitala SA en sociedad con Peter Marai y con Lamónica (quien figura como productor), en apariencia sin que le importaran los pésimos antecedentes comerciales de ese hombre del que todo el mundo cinematográfico huía como de la peste una vez, claro está, que se le acabaron los dineros de la corrupción.

The stranger: Peter Riegert y Bonnie Bedelia

   En la contratapa de Página/12 del 21.1.1999, el escritor Enrique Medina dedica un extenso artículo a Lamónica sin siquiera mencionar su nombre. Aparte consideraciones muy personales que denotan que con seguridad fue uno de sus damnificados (“petiso, rubión de peluquería y con ojos de buey para el degüello”, “se cuida en el vestir”, “sabe interpretar el papel de noble-puro-simple-sencillo-dado-bueno-tierno-simpático como nadie” aunque “lo que mata es que no tiene carisma”), Medina agrega que “supo ser sumiso empleado económico con la última tiranía militar”, que “anduvo por los Estados Unidos afilándose las uñas. Comenzó a utilizarlas a los arañazos cuando volvió y se metió a productor cinematográfico para blanquear anteriores comisiones” y que “directores, elenco, técnicos, todos coinciden en recordarlo como un buen hijo de su madre ya que quien no quedó colgado, aún está flotando en medio del océano”. Elocuente, Medina.

Martina Brizuela

OTROS FILMS MENCIONADOS
Adiós Sui Generis (Bebe Kamin, 1975)
Amore tossico (Claudio Caligari, I, 1983)
Barrio gris (Mario Soffici, 1954)
El barro humano (Luis César Amadori, 1954)
La bestia humana (Daniel Tinayre, 1954)
Caídos en el Infierno (Luis César Amadori, 1953-1954)
Contragolpe (Alejandro Doria, 1978)
El curandero (Mario Soffici, 1955)
El desquite (Juan Carlos Desanzo, 1983)
Doña Diabla (idem, Tito Davison, MX, 1948)
En retirada (Juan Carlos Desanzo, 1984)
La fiesta de todos (Sergio Renán, 1978)
Guacho (Lucas Demare, 1953-1954)
Identificazione di una donna / Identification d’une femme (Identificación de una mujer, Michelangelo Antonioni, I/F, 1981)
La invitación (Manuel Antín, 1982)
La isla (Alejandro Doria, 1978-1979)
Los miedos (Alejandro Doria, 1980)
No toquen a la nena (Juan José Jusid, 1976)
La nuit américain / Effetto notte (La noche americana, François Truffaut, F/I, 1973)
La película (José María Paolantonio, 1975)
Piedra Libre (Leopoldo Torre Nilsson, 1975)
Przygoda na Mariensztacie (Aventura en Varsovia, Leonard Buczkowski, POL, 1954)
Pubis angelical (Raúl de la Torre, 1982)
Quebracho (Ricardo Wulicher, 1973-1974)
¿Qué es el otoño? (David José Kohon, 1976)
La Quintrala –Doña Catalina de los Ríos y Lisperguer– (Hugo del Carril, 1953-1954)
La Raulito (Lautaro Murúa, 1974)
Soledad (Agustina Macri, A/I, 2017)
The stranger (Adolfo Aristarain, EEUU/A, 1986)
Svedomí (Remordimiento, Jirí Krejcík, CHE, 1948)
Tre fratelli / Trois frères (Tres hermanos, Francesco Rossi, I/F, 1981)
Tren internacional (Daniel Tinayre, 1953)
Los tres alegres compadres (idem, Julián Soler, MX, 1951)
Las tres perfectas casadas (idem, Roberto Gavaldón, MX, 1952)
Una vela en la Antártida
(Alejandro Saderman, 1976, MM)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

VERGÜENZAS RETROSPECTIVAS Sobre algunos argentinos piolas El reciente alboroto alrededor de Yacimientos Petrolíferos Fiscales y un juici...