DEMOLICIONES
Modus
operandi
1. Prontuario Morera
Eduardo Morera (1906-1997) se inició como actor en el teatro hacia 1921,
cuando integró el elenco de la compañía Muiño-Alippi; luego intervino en un par
de films mudos (“Nuestro Valentino”, exageró La Película en 1927) y fue colaborador todo-terreno en el
noticiario Film Revista de la Cinematografía Valle. Más adelante
dirigió seis largometrajes industriales, de uno de los cuales (Ya tiene
comisario el pueblo) fue echado a patadas por incompetente. Sin embargo, la
menguante fama de la que gozó se debe al hecho de haber dirigido a
Carlos Gardel en 1930 en una quincena de cortometrajes, los primeros sonoros
según el sistema Movietone.
Curiosamente, desde los años 80
renació cierto interés por él: investigadores serios y periodistas de renombre
le han hecho reportajes en los que el asunto central solía ser Gardel y en los
que Morera, hombre de hablar florido, resultaba perfilado como un pionero
simpático y afable, un típico porteño canchero y piola. Ninguno de ellos, sin
embargo, le preguntó qué fue de su vida tras filmar Melodías de América (1941), su opus
más popular; cuando lo hicieron, alegó haberse cansado de los capitalistas. En
realidad, apenas terminó ese film protagonizado por el luego sacerdote José
Mojica fue contratado por Estudios San Miguel para una nunca concretada
Asociación Productora Cinematográfica Panamericana que se proponía realizar
films “que tengan principios de solidaridad continental”; luego, le
encomendaron establecer una sucursal de la empresa en Brasil (y lo hizo: se
denominaba São Miguel Filmes y tenía sede en Río de Janeiro), pero algo oscuro
ocurrió en ese lapso, pues en 1945 Miguel Machinandiarena, propietario de esas
empresas, lo denunció por estafa, acusación de la que fue absuelto en marzo
1946.
Años más tarde, hacia enero 1962,
Morera fue detenido en Mar del Plata junto con su concubina y los dos hijos de
la mujer, integrantes de dos empresas inmobiliarias (Simor SA y Colico SA),
acusados de estafas reiteradas por un valor cercano a los 160.000.000 de pesos.
Una biografía suya podría ser titulada “Cómo transformarse de canchero en
delincuente” o bien, como modestamente escribió de sí mismo, “Curriculum del
director de cine señor Eduardo Morera”.
2. Prontuario D’An-Fran
Los nombres de Juan D’Angelo y Joaquín Franco suenan por vez primera en la
industria como socios (con Juan Sires, Eduardo G. Ursini, Diego Olivera Salas y
Mario Giovine) de la productora Anahí Films SRL, que sólo produjo Llévame contigo (1950) bajo la dirección
de Sires. Dos años más tarde, ya independizados, establecen Cinematográfica
D’An-Fran SRL, empresa que entre Stella
Maris y Cuando calienta el sol
produjo un total de 17 largometrajes, algunos de ellos grandes éxitos de
taquillas, todos de directa apelación popular mediante cómicos y cantantes a la
moda salvo un puñado de excepciones de anhelada aunque menguante qualité como La telaraña, Dos basuras,
Alfonsina y Los dioses ajenos.
Tras filmar Cuando calienta el sol, D’An-Fran quebró “culpable y
fraudulentamente”, por lo cual sus títulos de crédito omiten tanto el nombre de
la productora cuanto el de sus socios y sólo mencionan a la empresa
Landini-Báilez, cuyos titulares, Raúl Carlos Landini y Héctor Báilez, lo terminaron
y distribuyeron. Heraldo del Cinematografista informó en la página 110
de su edición del miércoles 12.6.1963 que “Según noticias de fuente policial,
divulgadas en los diarios del domingo, unos 800 inversionistas de D’An-Fran
habrían sido perjudicados en más de 80 millones de pesos. Joaquín Franco fue
detenido el viernes y Juan D’Angelo se encuentra prófugo. La sociedad cesó, a
mediados de 1962, de liquidar intereses (del 3 al 5% mensual) a los
inversionistas”. Al momento de la quiebra, D’An-Fran tenía en preproducción la
comedia cómica “Un señor soldado” para Pepe Biondi y el policial “Fuera de toda
ley”, nueva versión del clásico Fuera de la ley, con Leonardo Favio en
el personaje que había interpretado José Gola. Sin embargo, como el affaire
ocurrió en la República Argentina, Franco y D’Angelo reaparecieron como si tal
cosa a los pocos meses inaugurando el 2.3.1964 el restaurante Tauro, en
Rodríguez Peña al 500.
El catalán Joaquín Franco
(Barcelona, 25.4.1922 / ¿?) dio renovadas hurras en los 70 con nueva empresa,
Telecine SA, que produjo tres films en sociedad con Juan Carlos Victorica, que
era quien ponía el dinero. Luego conformó Producciones Argentinas SA (1 film),
se asoció a Vanguardia Cinematográfica SRL (1 film) y estableció Joaquín Franco
Producciones (2, el primero inacabado). Otras empresas en las que estuvo
involucrado fueron Indiana Films, que produjo un cortometraje por él mismo
dirigido (Los sueños de Chingolo,
1959), Atlas Distribuidora Cinematográfica SA y Telecine Distribuidora SRL y
las brasileñas General Filmes do Brasil (Río de Janeiro) e Indiana Filmes (San
Pablo). Su hijo, por su parte, fue titular de Producciones Roberto Franco: el
pibe, que por milagro no heredó la faccia
bruta de su padre, casó con la actriz María de los Angeles Medrano, a cuya
mayor gloria los Franco produjeron Carmiña
y Contacto en Argentina. En 1986,
Franco senior regenteó una bailanta
en el barrio de la Boca. Se ignora cuándo falleció: no se publicó una sola
información al respecto. En cuanto a Juan D’Angelo, nunca se supo dónde y
cuándo nació ni falleció: sencillamente se esfumó. [Un Juan D’Angelo que era
empleado de la receptoría de Rentas de Rosario fue, junto con un compañero,
exonerado de su puesto en julio 1928 por haber “cometido faltas graves”: podría
ser otro Juan D’Angelo, pero en tal
caso ese nombre y ese apellido parecen nunca haber sido santos].
3. Prontuario Globus Baires
Porteños ambos, Ricardo Alberto Tomaszewski (29.12.1936), familiarmente
vinculado a la gastronomía, y Guillermo Cervantes Luro (Guillermo Wof Chuk,
10.10.1934), quien en los años 50 y 60 había sido un muy popular locutor y
animador televisivo, accedieron al cine de la mano de Mario David, primero
invirtiendo en forma anónima unos pesos en Paño verde y de inmediato con
Globus Baires como empresa coproductora de La piel del amor.
Con el respaldo financiero del
suegro de Cervantes Luro, el dúo instaló Globus Baires SACIFIA en una oficina
de un edificio en Florida entre Paraguay y Marcelo T. de Alvear y produjo un
documental promocional de 20 minutos dedicado al campeón mundial de boxeo
Carlos Monzón, que dirigió nadie menos que François Reichenbach aunque no
figura en ninguna de sus filmografías. También a comienzos de 1974 produjeron
el corto Lucy en Buenos Aires, dirigido por Raymundo Gleyzer. Pero su
máximo logro fue La Mary, con Susana Giménez y Monzón, de quienes
Tomaszewski y su socio devinieron algo así como sus consejeros artísticos.
De inmediato, envalentonados,
anunciaron varios proyectos, todos muy ambiciosos, ninguno concretado, entre
ellos “La víctima”, argumento de Aída Bortnik y Osvaldo Soriano cuya dirección
fue primero ofrecida a David Stivel y luego a Luis Puenzo y que contaría con un
elenco all star; “Un hombre de a caballo”, coproducción con Francia y
México sobre guión de Carlos Fuentes a partir de un relato de Drieu La
Rochelle, a filmarse en México con dirección de Reichenbach y actuación de
Monzón, Orson Welles y Jeanne Moreau; “Corran, corran que ya viene”, vehículo
para el cantante español Camilo Sesto escrito por Alicia Gallotti y Aldo Sicari
que hubieran dirigido Tinayre o Juan José Stagnaro en coproducción con España y
con Analía Gadé, Víctor Laplace, Ana Belén, Adrián Ghío y Arturo Puig
completando el elenco; “Con uñas y dientes”, guión de Enrique Medina, Gallotti,
Marcos Arocena y Mario Sabato que habría dirigido Sabato con Andrea del Boca,
proyecto éste luego reemplazado por “Laura y la tristeza”, guión original de
Roma Mahieu para la niña-actriz con dirección ofrecida a Rodolfo Kuhn; dos
coproducciones con la Vogue Film romana de George Hilton, una con Roger Moore y
la otra con Hilton, Graciela Borges y Alfredo Alcón o Rodolfo Bebán; y “Un
sueño para mí”, coproducción con Francia e Italia con Monzón, Lino Ventura y
Claudine Auger que terminó siendo filmada –sin participación argentina alguna–
con el título Le sauvage. En lugar de todo ello hicieron el opaco Una
mujer..., gran-fracaso-gran.
Sin embargo, la fulgurante carrera
cinematográfica de ambos socios terminó cuando el 25.2.1978 personal de la
Superintendencia de Investigaciones Criminales de la Policía Federal detuvo un
automóvil que intentaba trasladar al Brasil 83 barras de oro de 1 kilo cada
una, detención que dio inicio a una investigación que concluyó en marzo
siguiente con el arresto de varios involucrados en una vasta operación de
contrabando de oro, entre los que se encontraban –de acuerdo con La Nación
del 22.3.1978– “Ricardo Alberto Tomaszeuski (a) Riki, y su socio, Guillermo
Wofchuk (a) Guillermo Cervantes Luro o Guille Luro, que efectuaron seis o siete
viajes como correos hasta Brasil y varios desde ese país hasta Zurich,
cubriendo el verdadero fin ilícito de sus viajes bajo la pantalla de realizar
tareas de promoción cinematográfica. Esta excusa les permitía llevar ocultas,
en chalecos apropiados, las barras de oro hacia Europa”. El cerebro de la banda
habría sido el suegro en cuestión.
La última actividad artística de
los Globus Baires fue la organización de una Semana de Cine Brasileño –ya que
iban tan seguido al Brasil…– concretada en diciembre 1977 en el cine
Libertador, uno de cuyos films, nada menos que el blockbuster
internacional Doña Flor y sus dos maridos, adquirieron en sociedad con
el matrimonio Martín Rodríguez Mentasti-María Leal: las enormes ganancias que
produjo cuando fue estrenado en Buenos Aires sirvieron a Tomaszewski y
Cervantes Luro acaso para que les enviaran a la cárcel –donde durante trece
meses se repusieron de tanto viaje– comida de Alexandra, su restaurante
favorito, el de San Martín y Córdoba, al que solían invitar a almorzar a sus
amistades y a algunos periodistas.
Después de la caída, y confirmando
que la Argentina es un país desmemoriado, “Riki” volvió a la actividad como si
nada hubiera pasado: distribuyó el Molière de Ariane Mnouchkine, se
vinculó hacia 1982-1983 a la distribuidora Transmundo Films, produjo recitales
de Sandra Mihanovich y falleció, muy joven, el 6.9.1985; “Guille”, en cambio,
retornó a su primer amor, la radiofonía, y murió el 26.7.2019.
4. Prontuario Finkielstain
La historia oficial, tal vez el más internacional de
los films argentinos, al menos en los años 80, fue producido por Cinemanía SA,
empresa dedicada a la realización de films publicitarios, y por Historias
Cinematográficas SA: ambas tenían como titular al director, Luis Puenzo, pero
con socios diversos. Filmado entre marzo y junio 1984 y estrenado en abril
1985, concursó en Cannes en mayo 1985 y famosamente ganó un Oscar en marzo
1986.
Luego de terminado en 1984, Puenzo
tenía sus bolsillos vacíos, por lo que se asoció a una empresa denominada Progress
Communications, con sedes en Buenos Aires (como SA) y en Nueva York (como Corp.), cuyos socios
eran Oscar Kramer, Jacobo Finkielstain y Rolando Epstein, este último un
argentino desde muchos años radicado en Nueva York, además de hijo del
musicólogo Julio Epstein. El aporte de Progress tuvo que ver con la etapa de
lanzamiento internacional del film, que fue cuantioso y visible. De inmediato,
Kramer y Finkielstain (ignoro si también Epstein) fueron productores asociados
de La búsqueda, otros de cuyos socios
eran el director Juan Carlos Desanzo, el productor Juan Carlos Crespo y el
inversionista Alfredo Odorisio. Luego, bajo la insignia Progress, se asociaron
a Made in Argentina, producido y
dirigido por Juancho Jusid y en este caso sí con la participación de Epstein en
tanto productor ejecutivo.
Kramer, cuya familia se dedicaba a
la comercialización internacional de diamantes en bruto entre la comunidad
jasídica, gustó del bichito del cine y hasta su muerte y a través de empresas
de denominaciones diversas produjo una veintena de films que, en su mayor
parte, tenían alcance internacional a través de coproducciones múltiples, films
dirigidos, entre otros, por Marco Bechis, Puenzo, María Luisa Bemberg, Sally
Potter, Héctor Babenco, Marcelo Piñeyro, Carlos Sorín y Damián Szifrón. Su
última compañía fue K&S Films SA, cuyo socio, el magnate farmacéutico Hugo
Sigman, la mantuvo activa más allá del fallecimiento de Kramer.
En cuanto al uruguayo “Jackie”
Finkielstain, nacido en 1937 y radicado desde niño en la Argentina, llegó a La historia oficial desde el ramo de la
construcción y como el accionista mayoritario (tanto como el 98%) del Central
National Bank of New York, fundado en 1925 pero adquirido por él en 1982. El
12.9.1987, Clarín tituló “El affaire Finkielstain” un artículo que
informaba la intervención de la entidad por la Reserva Federal debido a “circunstancias
de suma gravedad, hasta el punto que la Federal Deposit and Investments
Comission (EDIC) de Washington lo declaró insolvente y dispuso su inmediata
liquidación”, lo cual, traducido al porteño básico, significaba quiebra
fraudulenta. “La medida”, agregó el diario, “se atribuye a la falsificación de
un certificado de depósitos de Bonos Externos por u$s 40 millones. De esa
forma, se intentaba encubrir la pronunciada pérdida patrimonial sufrida por la
entidad en los últimos años”.
En los días siguientes al colapso,
“Jackie” intentó minimizar la cuestión ante un periodista de La Semana, que lo entrevistó “en el
lujoso triplex que el financista tiene en Uriburu y Las Heras, a metros de la
Recoleta”. En octubre y a pedido del Federal Bureau of Investigations, un juez
federal estadounidense le dictó prisión, de la que zafó mediante una fianza de
30.000.000 de dólares traducidos en cinco propiedades en Manhattan. “Una de las
razones por las que el banco llegó a la falta de solvencia es la malversación de
fondos de aproximadamente 21 cuentas de clientes no residentes en Estados
Unidos (en su mayoría argentinos)”, agregó Clarín
el 5.10, añadiendo tres días después que “El Central National recibió de sus
clientes oro en custodia” y que “muchos piensan que ese oro está
definitivamente perdido”, párrafos éstos que podrían servir para un artículo
sobre la relación entre el cine argentino y el dorado metal que también
fascinaba a “Riki” y a “Guille”. A juzgar por algunas fotografías posteriores
al affaire –término éste que mucho lo
ofendía–, Finkielstain jamás modificó su habitual soberbia y su expresión de
profundo asco y desprecio por seres humanos que no estuvieran a su altura
económica y social, como pude comprobar cuando, montado él a su impecable
esmóquin con moñito, coincidimos en Cannes con La historia oficial: sencillamente, nos hacía sentir, al menos a
los periodistas argentinos que cubrimos aquellos fastos, seres inferiores en la
escala humana.
No hay constancia de que el hombre
purgara cárcel por sus delitos, pero –recordar que se trata de la Argentina–,
la marca Progress Communications SA reapareció en el segundo decenio del siglo
XXI como compañía productora de los films No
te enamores de mí e Inevitable,
el primero dirigido y ambos producidos por Federico Finkielstain, uno de los
cuatro hijos de “Jackie”.
5. Prontuario López-Huberman-Azar
El destacado artista plástico Edmund Valladares nunca ha tenido suerte en
sus intentos cinematográficos: tras realizar en los 60 varios cortos artísticos
muy estimados, hizo un primer largo (Nosotros los monos, 1968-1969),
estrenado con más pena que gloria aunque por cierto un éxito de estima. Luego
de un par de proyectos truncados por la censura, se aplicó a un nuevo largo, El
sol en botellitas (1985, que tuvo dos títulos alternativos, “Los hijos del
descarte” y “El próximo pueblo”), cuyo primer borrador había escrito hacia
1978. Tema de aliento social, como todos los suyos, estuvo a punto de conseguir
rodarlo en agosto 1984, con dirección de producción de Aníbal E. Uset y un
elenco que incluía los nombres de Raúl Lavié o Héctor Alterio, Marta González o
Haydée Padilla, Soledad Silveyra, Julio De Grazia, Miguel Ligero, Héctor
Pellegrini, Rodolfo Ranni, Alicia Bruzzo y Luis Medina Castro, además de la
joven pareja central, nunca modificada, Fabiana Monteagudo y José Sancineto,
éste años más tarde estrella del under mejor conocido como “Mosquito”
Sancineto.
Lo de agosto 1984 no pudo ser,
pero Valladares, convencido de las bondades de su proyecto, volvió a la carga
en plan más razonable y con un elenco menos costoso. Así, se dejó convencer por
un novato que repartía tarjetas a sus amigos de Lavalle y Ayacucho en las que
se mentaba como “productor ejecutivo” de una empresa que nunca produjo nada, la
Euroamérica Films SRL. Todo el gremio sabía que no se podía confiar en él,
excepto, claro está, Valladares. Parafraseando el título de un viejo sainete
teatral, “es zonzo el cristiano macho cuando el amor lo domina”, y en el cine
argentino no industrial cada proyecto es como un gran amor.
Ese “productor ejecutivo” se llama
Mario López (Mario Luis López
Esmuraglia, nacido el 15.8.1953) y asomó al mundo del cine a comienzos de los
70 merodeando las distribuidoras. Un conocido del gremio lo metió como extra en
un par de producciones de Rafael Cohen (“proveedor” en Disputas en la cama,
uno de los amigos de la barrita de Donald en Siempre fuimos compañeros):
tenía apenas 20 años, una altura apreciable, era buen mozo y de sonrisa fácil,
con todo lo cual y sin que importara su potencial talento podría haber hecho
carrera como actor; sobran los ejemplos parecidos. Pero no: él quiso ser “algo
más” y así fue empleado en algunas distribuidoras (Locegu, Transeuropa, Nova,
Sagitario, Imperial), en septiembre 1979 armó una sociedad con Gustavo Anselmi
–hijo, a su vez, del distribuidor Luis Anselmi, ex Locegu–, en algún momento
estuvo ligado a la pareja de productores Germán Szulem-Angélica María Ferreira
y en 1986 fue socio de Producciones Nati, otra empresa fantasma. El 30.6.1979
casó con Silvana Perucconi, ajena al gremio, y El sol en botellitas fue
su primer intento como productor, que terminó en desastre para todos los
involucrados. Como la gente de cine tiene muy mala memoria, López incurrirá en
nuevas tropelías: el largo en video Príncipe azul y los largos en
fílmico La Garganta del Diablo (de rodaje acabado pero nunca
posproducido), El Che, Loco (que jamás terminó su posproducción),
Libre de sospecha y El Negro Olmedo (cuyo rodaje debió ser
interrumpido por falta de dinero).
El caso es que El sol en
botellitas comenzó a ser filmado, pero al cabo de tres semanas cumplidas el
“productor ejecutivo” se quedó sin dinero dejando al equipo varado en un pueblo
cordobés. En 1987, Jorge Estrada Mora, demostró interés por completar lo
faltante (otras tres semanas, mínimo), pero nunca se llegó a un acuerdo. Hasta
aquí, se trataría apenas de otro caso de filmación truncada: el negativo 16mm
permaneció durante casi veinte años en sus latas hasta que, casi como si fuera
una persona que estuvo en coma todo ese tiempo, volvió milagrosamente a
recobrar la vida.
En 2003, Fernando Huberman
(1932-2012) había vendido su parte de los laboratorios Cinecolor y estaba dando
forma a una nueva empresa, Laboratorios de Cine SA (LACSA). Así, se comprometió
a terminarlo (aunque sin filmar lo que faltaba, entre otras razones porque
algunos de sus actores habían muerto y otros ya estaban demasiado crecidos),
dándole alguna forma posible a lo filmado en 1985, incorporando un prólogo y un
epílogo explicativos, concretando el doblaje y expandiendo el material 16mm a
35mm, tareas que cumplió gracias, ¡cuándo no!, a un subsidio del INCAA, ya que
ése y no el de los laboratorios era el verdadero nuevo negocio de Huberman. El
film estuvo listo a tiempo de ser exhibido fuera de concurso en el Festival de
Mar del Plata 2004, exhibiciones en las que resultó evidente, en primer lugar,
que la situación de desguace de los ferrocarriles (su tema de trasfondo) se
anticipaba en varios años al practicado durante la presidencia de Carlos Menem;
que el tema del box siempre está presente en la obra de Valladares; que la
puesta en escena tiene como principales atractivos sus muy bellas imágenes a
pesar del ambiente sórdido y desolado, y que toda la entera secuencia de la
fiesta en el pueblo está muy bien montada, ofreciendo como contrapartida una
partitura musical por completo inadecuada al tema y –el principal hándicap– el
pésimo doblaje, ya que en lugar de limitarse a doblar a los actores se advierte
el esfuerzo para que ese profesional imite el tono y las inflexiones de voces
tan irreemplazables como, por ejemplo, las de Cipe Lincovsky, Nathán Pinzón,
Edgardo Suárez y “Cacho” Bidonde.
El balance final dio otra vez
negativo para Valladares, no precisamente desde el punto de vista artístico:
aunque cabe suponer que el reflotarlo tanto tiempo después conllevaba la
necesidad de exhibirlo en los cines, El sol en botellitas nunca vio la
luz ni siquiera en uno de los autodenominados “espacio INCAA”, lo cual confirma
la apuntada hipótesis acerca del negocio perpetrado por Huberman y su socio
Oscar Azar. El pobre de Valladares sobrevivió a Mario López pero cayó en las
garras de una banda de tinterillos que saca buena punta a sus lápices a la hora
de extraer recursos del organismo estatal y para quienes estrenar el film en
salas no parecería ser lo primordial. Una lástima.
FILMS MENCIONADOS
Alfonsina (Kurt Land, 1956)
La búsqueda (Juan Carlos Desanzo, 1985)
Carmiña (Julio Saraceni, 1974)
El Che (Aníbal Di Salvo, 1996)
Alejandra mon amour / Contacto en Argentina (Julio
Saraceni, E/A, 1979)
Cuando calienta el sol (Julio
Saraceni, 1962)
Los dioses ajenos (Román
Viñoly Barreto, 1957)
Disputas en la cama –Los divorciados– (Mario
David, 1971)
Dona Flor e seus dois maridos (Doña Flor y sus dos maridos,
BR, 1976, dir. Bruno Barreto)
Dos basuras (Kurt Land, 1956)
Fuera de la ley (Manuel Romero, 1937)
La Garganta del Diablo (Sergio Móttola, 1993-1994)
La historia oficial (Luis Puenzo, 1984)
Inevitable / Inevitable (Jorge Algora, E/A, 2013)
Made in Argentina (Juan
José Jusid, 1986)
La Mary (Daniel Tinayre, 1974)
Libre de sospecha (Emilio
Blanco, 2012)
Loco –Posee la fórmula de la felicidad– (Esteban
Mellino, 1998)
Molière ou la vie d’un honnete homme (Molière, F, 1977, dir. Ariane Mnouchkine)
Una mujer… (Juan José Stagnaro, 1975)
El Negro Olmedo (Mariano
Olmedo y Guillermo Fernandino, 2013)
No te enamores de mí
(Federico Finkielstain, 2011)
Paño verde (Mario David, 1972)
La piel del amor (Mario
David, 1973)
Príncipe azul
(Santiago Carlos Oves, 1988)
Le sauvage / Il mio uomo è un selvaggio (El salvaje y la dama, F/I,
1975, dir. Jean-Paul Rappeneau)
Siempre fuimos compañeros (Fernando Siro, 1972)
Stella Maris (Homero Cárpena, 1952)
La telaraña (Kurt Land, 1954)
Ya tiene comisario el pueblo (Eduardo Morera – Claudio Martínez
Payva, 1936)
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