lunes, 3 de marzo de 2025

DEMOLICIONES

Modus operandi

1. Prontuario Morera

Eduardo Morera (1906-1997) se inició como actor en el teatro hacia 1921, cuando integró el elenco de la compañía Muiño-Alippi; luego intervino en un par de films mudos (“Nuestro Valentino”, exageró La Película en 1927) y fue colaborador todo-terreno en el noticiario Film Revista de la Cinematografía Valle. Más adelante dirigió seis largometrajes industriales, de uno de los cuales (Ya tiene comisario el pueblo) fue echado a patadas por incompetente. Sin embargo, la menguante fama de la que gozó se debe al hecho de haber dirigido a Carlos Gardel en 1930 en una quincena de cortometrajes, los primeros sonoros según el sistema Movietone.

   Curiosamente, desde los años 80 renació cierto interés por él: investigadores serios y periodistas de renombre le han hecho reportajes en los que el asunto central solía ser Gardel y en los que Morera, hombre de hablar florido, resultaba perfilado como un pionero simpático y afable, un típico porteño canchero y piola. Ninguno de ellos, sin embargo, le preguntó qué fue de su vida tras filmar Melodías de América (1941), su opus más popular; cuando lo hicieron, alegó haberse cansado de los capitalistas. En realidad, apenas terminó ese film protagonizado por el luego sacerdote José Mojica fue contratado por Estudios San Miguel para una nunca concretada Asociación Productora Cinematográfica Panamericana que se proponía realizar films “que tengan principios de solidaridad continental”; luego, le encomendaron establecer una sucursal de la empresa en Brasil (y lo hizo: se denominaba São Miguel Filmes y tenía sede en Río de Janeiro), pero algo oscuro ocurrió en ese lapso, pues en 1945 Miguel Machinandiarena, propietario de esas empresas, lo denunció por estafa, acusación de la que fue absuelto en marzo 1946.

   Años más tarde, hacia enero 1962, Morera fue detenido en Mar del Plata junto con su concubina y los dos hijos de la mujer, integrantes de dos empresas inmobiliarias (Simor SA y Colico SA), acusados de estafas reiteradas por un valor cercano a los 160.000.000 de pesos. Una biografía suya podría ser titulada “Cómo transformarse de canchero en delincuente” o bien, como modestamente escribió de sí mismo, “Curriculum del director de cine señor Eduardo Morera”.

2. Prontuario D’An-Fran

Los nombres de Juan D’Angelo y Joaquín Franco suenan por vez primera en la industria como socios (con Juan Sires, Eduardo G. Ursini, Diego Olivera Salas y Mario Giovine) de la productora Anahí Films SRL, que sólo produjo Llévame contigo (1950) bajo la dirección de Sires. Dos años más tarde, ya independizados, establecen Cinematográfica D’An-Fran SRL, empresa que entre Stella Maris y Cuando calienta el sol produjo un total de 17 largometrajes, algunos de ellos grandes éxitos de taquillas, todos de directa apelación popular mediante cómicos y cantantes a la moda salvo un puñado de excepciones de anhelada aunque menguante qualité como La telaraña, Dos basuras, Alfonsina y Los dioses ajenos.

   Tras filmar Cuando calienta el sol, D’An-Fran quebró “culpable y fraudulentamente”, por lo cual sus títulos de crédito omiten tanto el nombre de la productora cuanto el de sus socios y sólo mencionan a la empresa Landini-Báilez, cuyos titulares, Raúl Carlos Landini y Héctor Báilez, lo terminaron y distribuyeron. Heraldo del Cinematografista informó en la página 110 de su edición del miércoles 12.6.1963 que “Según noticias de fuente policial, divulgadas en los diarios del domingo, unos 800 inversionistas de D’An-Fran habrían sido perjudicados en más de 80 millones de pesos. Joaquín Franco fue detenido el viernes y Juan D’Angelo se encuentra prófugo. La sociedad cesó, a mediados de 1962, de liquidar intereses (del 3 al 5% mensual) a los inversionistas”. Al momento de la quiebra, D’An-Fran tenía en preproducción la comedia cómica “Un señor soldado” para Pepe Biondi y el policial “Fuera de toda ley”, nueva versión del clásico Fuera de la ley, con Leonardo Favio en el personaje que había interpretado José Gola. Sin embargo, como el affaire ocurrió en la República Argentina, Franco y D’Angelo reaparecieron como si tal cosa a los pocos meses inaugurando el 2.3.1964 el restaurante Tauro, en Rodríguez Peña al 500.

   El catalán Joaquín Franco (Barcelona, 25.4.1922 / ¿?) dio renovadas hurras en los 70 con nueva empresa, Telecine SA, que produjo tres films en sociedad con Juan Carlos Victorica, que era quien ponía el dinero. Luego conformó Producciones Argentinas SA (1 film), se asoció a Vanguardia Cinematográfica SRL (1 film) y estableció Joaquín Franco Producciones (2, el primero inacabado). Otras empresas en las que estuvo involucrado fueron Indiana Films, que produjo un cortometraje por él mismo dirigido (Los sueños de Chingolo, 1959), Atlas Distribuidora Cinematográfica SA y Telecine Distribuidora SRL y las brasileñas General Filmes do Brasil (Río de Janeiro) e Indiana Filmes (San Pablo). Su hijo, por su parte, fue titular de Producciones Roberto Franco: el pibe, que por milagro no heredó la faccia bruta de su padre, casó con la actriz María de los Angeles Medrano, a cuya mayor gloria los Franco produjeron Carmiña y Contacto en Argentina. En 1986, Franco senior regenteó una bailanta en el barrio de la Boca. Se ignora cuándo falleció: no se publicó una sola información al respecto. En cuanto a Juan D’Angelo, nunca se supo dónde y cuándo nació ni falleció: sencillamente se esfumó. [Un Juan D’Angelo que era empleado de la receptoría de Rentas de Rosario fue, junto con un compañero, exonerado de su puesto en julio 1928 por haber “cometido faltas graves”: podría ser otro Juan D’Angelo, pero en tal caso ese nombre y ese apellido parecen nunca haber sido santos].

3. Prontuario Globus Baires

Porteños ambos, Ricardo Alberto Tomaszewski (29.12.1936), familiarmente vinculado a la gastronomía, y Guillermo Cervantes Luro (Guillermo Wof Chuk, 10.10.1934), quien en los años 50 y 60 había sido un muy popular locutor y animador televisivo, accedieron al cine de la mano de Mario David, primero invirtiendo en forma anónima unos pesos en Paño verde y de inmediato con Globus Baires como empresa coproductora de La piel del amor.

   Con el respaldo financiero del suegro de Cervantes Luro, el dúo instaló Globus Baires SACIFIA en una oficina de un edificio en Florida entre Paraguay y Marcelo T. de Alvear y produjo un documental promocional de 20 minutos dedicado al campeón mundial de boxeo Carlos Monzón, que dirigió nadie menos que François Reichenbach aunque no figura en ninguna de sus filmografías. También a comienzos de 1974 produjeron el corto Lucy en Buenos Aires, dirigido por Raymundo Gleyzer. Pero su máximo logro fue La Mary, con Susana Giménez y Monzón, de quienes Tomaszewski y su socio devinieron algo así como sus consejeros artísticos.

   De inmediato, envalentonados, anunciaron varios proyectos, todos muy ambiciosos, ninguno concretado, entre ellos “La víctima”, argumento de Aída Bortnik y Osvaldo Soriano cuya dirección fue primero ofrecida a David Stivel y luego a Luis Puenzo y que contaría con un elenco all star; “Un hombre de a caballo”, coproducción con Francia y México sobre guión de Carlos Fuentes a partir de un relato de Drieu La Rochelle, a filmarse en México con dirección de Reichenbach y actuación de Monzón, Orson Welles y Jeanne Moreau; “Corran, corran que ya viene”, vehículo para el cantante español Camilo Sesto escrito por Alicia Gallotti y Aldo Sicari que hubieran dirigido Tinayre o Juan José Stagnaro en coproducción con España y con Analía Gadé, Víctor Laplace, Ana Belén, Adrián Ghío y Arturo Puig completando el elenco; “Con uñas y dientes”, guión de Enrique Medina, Gallotti, Marcos Arocena y Mario Sabato que habría dirigido Sabato con Andrea del Boca, proyecto éste luego reemplazado por “Laura y la tristeza”, guión original de Roma Mahieu para la niña-actriz con dirección ofrecida a Rodolfo Kuhn; dos coproducciones con la Vogue Film romana de George Hilton, una con Roger Moore y la otra con Hilton, Graciela Borges y Alfredo Alcón o Rodolfo Bebán; y “Un sueño para mí”, coproducción con Francia e Italia con Monzón, Lino Ventura y Claudine Auger que terminó siendo filmada –sin participación argentina alguna– con el título Le sauvage. En lugar de todo ello hicieron el opaco Una mujer..., gran-fracaso-gran.

   Sin embargo, la fulgurante carrera cinematográfica de ambos socios terminó cuando el 25.2.1978 personal de la Superintendencia de Investigaciones Criminales de la Policía Federal detuvo un automóvil que intentaba trasladar al Brasil 83 barras de oro de 1 kilo cada una, detención que dio inicio a una investigación que concluyó en marzo siguiente con el arresto de varios involucrados en una vasta operación de contrabando de oro, entre los que se encontraban –de acuerdo con La Nación del 22.3.1978– “Ricardo Alberto Tomaszeuski (a) Riki, y su socio, Guillermo Wofchuk (a) Guillermo Cervantes Luro o Guille Luro, que efectuaron seis o siete viajes como correos hasta Brasil y varios desde ese país hasta Zurich, cubriendo el verdadero fin ilícito de sus viajes bajo la pantalla de realizar tareas de promoción cinematográfica. Esta excusa les permitía llevar ocultas, en chalecos apropiados, las barras de oro hacia Europa”. El cerebro de la banda habría sido el suegro en cuestión.

   La última actividad artística de los Globus Baires fue la organización de una Semana de Cine Brasileño –ya que iban tan seguido al Brasil…– concretada en diciembre 1977 en el cine Libertador, uno de cuyos films, nada menos que el blockbuster internacional Doña Flor y sus dos maridos, adquirieron en sociedad con el matrimonio Martín Rodríguez Mentasti-María Leal: las enormes ganancias que produjo cuando fue estrenado en Buenos Aires sirvieron a Tomaszewski y Cervantes Luro acaso para que les enviaran a la cárcel –donde durante trece meses se repusieron de tanto viaje– comida de Alexandra, su restaurante favorito, el de San Martín y Córdoba, al que solían invitar a almorzar a sus amistades y a algunos periodistas.

   Después de la caída, y confirmando que la Argentina es un país desmemoriado, “Riki” volvió a la actividad como si nada hubiera pasado: distribuyó el Molière de Ariane Mnouchkine, se vinculó hacia 1982-1983 a la distribuidora Transmundo Films, produjo recitales de Sandra Mihanovich y falleció, muy joven, el 6.9.1985; “Guille”, en cambio, retornó a su primer amor, la radiofonía, y murió el 26.7.2019.

4. Prontuario Finkielstain

La historia oficial, tal vez el más internacional de los films argentinos, al menos en los años 80, fue producido por Cinemanía SA, empresa dedicada a la realización de films publicitarios, y por Historias Cinematográficas SA: ambas tenían como titular al director, Luis Puenzo, pero con socios diversos. Filmado entre marzo y junio 1984 y estrenado en abril 1985, concursó en Cannes en mayo 1985 y famosamente ganó un Oscar en marzo 1986.

   Luego de terminado en 1984, Puenzo tenía sus bolsillos vacíos, por lo que se asoció a una empresa denominada Progress Communications, con sedes en Buenos Aires (como SA) y en Nueva York (como Corp.), cuyos socios eran Oscar Kramer, Jacobo Finkielstain y Rolando Epstein, este último un argentino desde muchos años radicado en Nueva York, además de hijo del musicólogo Julio Epstein. El aporte de Progress tuvo que ver con la etapa de lanzamiento internacional del film, que fue cuantioso y visible. De inmediato, Kramer y Finkielstain (ignoro si también Epstein) fueron productores asociados de La búsqueda, otros de cuyos socios eran el director Juan Carlos Desanzo, el productor Juan Carlos Crespo y el inversionista Alfredo Odorisio. Luego, bajo la insignia Progress, se asociaron a Made in Argentina, producido y dirigido por Juancho Jusid y en este caso sí con la participación de Epstein en tanto productor ejecutivo.

   Kramer, cuya familia se dedicaba a la comercialización internacional de diamantes en bruto entre la comunidad jasídica, gustó del bichito del cine y hasta su muerte y a través de empresas de denominaciones diversas produjo una veintena de films que, en su mayor parte, tenían alcance internacional a través de coproducciones múltiples, films dirigidos, entre otros, por Marco Bechis, Puenzo, María Luisa Bemberg, Sally Potter, Héctor Babenco, Marcelo Piñeyro, Carlos Sorín y Damián Szifrón. Su última compañía fue K&S Films SA, cuyo socio, el magnate farmacéutico Hugo Sigman, la mantuvo activa más allá del fallecimiento de Kramer.

   En cuanto al uruguayo “Jackie” Finkielstain, nacido en 1937 y radicado desde niño en la Argentina, llegó a La historia oficial desde el ramo de la construcción y como el accionista mayoritario (tanto como el 98%) del Central National Bank of New York, fundado en 1925 pero adquirido por él en 1982. El 12.9.1987, Clarín tituló “El affaire Finkielstain” un artículo que informaba la intervención de la entidad por la Reserva Federal debido a “circunstancias de suma gravedad, hasta el punto que la Federal Deposit and Investments Comission (EDIC) de Washington lo declaró insolvente y dispuso su inmediata liquidación”, lo cual, traducido al porteño básico, significaba quiebra fraudulenta. “La medida”, agregó el diario, “se atribuye a la falsificación de un certificado de depósitos de Bonos Externos por u$s 40 millones. De esa forma, se intentaba encubrir la pronunciada pérdida patrimonial sufrida por la entidad en los últimos años”.

   En los días siguientes al colapso, “Jackie” intentó minimizar la cuestión ante un periodista de La Semana, que lo entrevistó “en el lujoso triplex que el financista tiene en Uriburu y Las Heras, a metros de la Recoleta”. En octubre y a pedido del Federal Bureau of Investigations, un juez federal estadounidense le dictó prisión, de la que zafó mediante una fianza de 30.000.000 de dólares traducidos en cinco propiedades en Manhattan. “Una de las razones por las que el banco llegó a la falta de solvencia es la malversación de fondos de aproximadamente 21 cuentas de clientes no residentes en Estados Unidos (en su mayoría argentinos)”, agregó Clarín el 5.10, añadiendo tres días después que “El Central National recibió de sus clientes oro en custodia” y que “muchos piensan que ese oro está definitivamente perdido”, párrafos éstos que podrían servir para un artículo sobre la relación entre el cine argentino y el dorado metal que también fascinaba a “Riki” y a “Guille”. A juzgar por algunas fotografías posteriores al affaire –término éste que mucho lo ofendía–, Finkielstain jamás modificó su habitual soberbia y su expresión de profundo asco y desprecio por seres humanos que no estuvieran a su altura económica y social, como pude comprobar cuando, montado él a su impecable esmóquin con moñito, coincidimos en Cannes con La historia oficial: sencillamente, nos hacía sentir, al menos a los periodistas argentinos que cubrimos aquellos fastos, seres inferiores en la escala humana.

   No hay constancia de que el hombre purgara cárcel por sus delitos, pero –recordar que se trata de la Argentina–, la marca Progress Communications SA reapareció en el segundo decenio del siglo XXI como compañía productora de los films No te enamores de mí e Inevitable, el primero dirigido y ambos producidos por Federico Finkielstain, uno de los cuatro hijos de “Jackie”.

5. Prontuario López-Huberman-Azar

El destacado artista plástico Edmund Valladares nunca ha tenido suerte en sus intentos cinematográficos: tras realizar en los 60 varios cortos artísticos muy estimados, hizo un primer largo (Nosotros los monos, 1968-1969), estrenado con más pena que gloria aunque por cierto un éxito de estima. Luego de un par de proyectos truncados por la censura, se aplicó a un nuevo largo, El sol en botellitas (1985, que tuvo dos títulos alternativos, “Los hijos del descarte” y “El próximo pueblo”), cuyo primer borrador había escrito hacia 1978. Tema de aliento social, como todos los suyos, estuvo a punto de conseguir rodarlo en agosto 1984, con dirección de producción de Aníbal E. Uset y un elenco que incluía los nombres de Raúl Lavié o Héctor Alterio, Marta González o Haydée Padilla, Soledad Silveyra, Julio De Grazia, Miguel Ligero, Héctor Pellegrini, Rodolfo Ranni, Alicia Bruzzo y Luis Medina Castro, además de la joven pareja central, nunca modificada, Fabiana Monteagudo y José Sancineto, éste años más tarde estrella del under mejor conocido como “Mosquito” Sancineto.

   Lo de agosto 1984 no pudo ser, pero Valladares, convencido de las bondades de su proyecto, volvió a la carga en plan más razonable y con un elenco menos costoso. Así, se dejó convencer por un novato que repartía tarjetas a sus amigos de Lavalle y Ayacucho en las que se mentaba como “productor ejecutivo” de una empresa que nunca produjo nada, la Euroamérica Films SRL. Todo el gremio sabía que no se podía confiar en él, excepto, claro está, Valladares. Parafraseando el título de un viejo sainete teatral, “es zonzo el cristiano macho cuando el amor lo domina”, y en el cine argentino no industrial cada proyecto es como un gran amor.

   Ese “productor ejecutivo” se llama Mario López (Mario Luis López Esmuraglia, nacido el 15.8.1953) y asomó al mundo del cine a comienzos de los 70 merodeando las distribuidoras. Un conocido del gremio lo metió como extra en un par de producciones de Rafael Cohen (“proveedor” en Disputas en la cama, uno de los amigos de la barrita de Donald en Siempre fuimos compañeros): tenía apenas 20 años, una altura apreciable, era buen mozo y de sonrisa fácil, con todo lo cual y sin que importara su potencial talento podría haber hecho carrera como actor; sobran los ejemplos parecidos. Pero no: él quiso ser “algo más” y así fue empleado en algunas distribuidoras (Locegu, Transeuropa, Nova, Sagitario, Imperial), en septiembre 1979 armó una sociedad con Gustavo Anselmi –hijo, a su vez, del distribuidor Luis Anselmi, ex Locegu–, en algún momento estuvo ligado a la pareja de productores Germán Szulem-Angélica María Ferreira y en 1986 fue socio de Producciones Nati, otra empresa fantasma. El 30.6.1979 casó con Silvana Perucconi, ajena al gremio, y El sol en botellitas fue su primer intento como productor, que terminó en desastre para todos los involucrados. Como la gente de cine tiene muy mala memoria, López incurrirá en nuevas tropelías: el largo en video Príncipe azul y los largos en fílmico La Garganta del Diablo (de rodaje acabado pero nunca posproducido), El Che, Loco (que jamás terminó su posproducción), Libre de sospecha y El Negro Olmedo (cuyo rodaje debió ser interrumpido por falta de dinero).

   El caso es que El sol en botellitas comenzó a ser filmado, pero al cabo de tres semanas cumplidas el “productor ejecutivo” se quedó sin dinero dejando al equipo varado en un pueblo cordobés. En 1987, Jorge Estrada Mora, demostró interés por completar lo faltante (otras tres semanas, mínimo), pero nunca se llegó a un acuerdo. Hasta aquí, se trataría apenas de otro caso de filmación truncada: el negativo 16mm permaneció durante casi veinte años en sus latas hasta que, casi como si fuera una persona que estuvo en coma todo ese tiempo, volvió milagrosamente a recobrar la vida.

   En 2003, Fernando Huberman (1932-2012) había vendido su parte de los laboratorios Cinecolor y estaba dando forma a una nueva empresa, Laboratorios de Cine SA (LACSA). Así, se comprometió a terminarlo (aunque sin filmar lo que faltaba, entre otras razones porque algunos de sus actores habían muerto y otros ya estaban demasiado crecidos), dándole alguna forma posible a lo filmado en 1985, incorporando un prólogo y un epílogo explicativos, concretando el doblaje y expandiendo el material 16mm a 35mm, tareas que cumplió gracias, ¡cuándo no!, a un subsidio del INCAA, ya que ése y no el de los laboratorios era el verdadero nuevo negocio de Huberman. El film estuvo listo a tiempo de ser exhibido fuera de concurso en el Festival de Mar del Plata 2004, exhibiciones en las que resultó evidente, en primer lugar, que la situación de desguace de los ferrocarriles (su tema de trasfondo) se anticipaba en varios años al practicado durante la presidencia de Carlos Menem; que el tema del box siempre está presente en la obra de Valladares; que la puesta en escena tiene como principales atractivos sus muy bellas imágenes a pesar del ambiente sórdido y desolado, y que toda la entera secuencia de la fiesta en el pueblo está muy bien montada, ofreciendo como contrapartida una partitura musical por completo inadecuada al tema y –el principal hándicap– el pésimo doblaje, ya que en lugar de limitarse a doblar a los actores se advierte el esfuerzo para que ese profesional imite el tono y las inflexiones de voces tan irreemplazables como, por ejemplo, las de Cipe Lincovsky, Nathán Pinzón, Edgardo Suárez y “Cacho” Bidonde.

   El balance final dio otra vez negativo para Valladares, no precisamente desde el punto de vista artístico: aunque cabe suponer que el reflotarlo tanto tiempo después conllevaba la necesidad de exhibirlo en los cines, El sol en botellitas nunca vio la luz ni siquiera en uno de los autodenominados “espacio INCAA”, lo cual confirma la apuntada hipótesis acerca del negocio perpetrado por Huberman y su socio Oscar Azar. El pobre de Valladares sobrevivió a Mario López pero cayó en las garras de una banda de tinterillos que saca buena punta a sus lápices a la hora de extraer recursos del organismo estatal y para quienes estrenar el film en salas no parecería ser lo primordial. Una lástima.

FILMS MENCIONADOS

Alfonsina (Kurt Land, 1956)

La búsqueda (Juan Carlos Desanzo, 1985)

Carmiña (Julio Saraceni, 1974)

El Che (Aníbal Di Salvo, 1996)

Alejandra mon amour / Contacto en Argentina (Julio Saraceni, E/A, 1979)

Cuando calienta el sol (Julio Saraceni, 1962)

Los dioses ajenos (Román Viñoly Barreto, 1957)

Disputas en la cama –Los divorciados– (Mario David, 1971)

Dona Flor e seus dois maridos (Doña Flor y sus dos maridos, BR, 1976, dir. Bruno Barreto)

Dos basuras (Kurt Land, 1956)

Fuera de la ley (Manuel Romero, 1937)

La Garganta del Diablo (Sergio Móttola, 1993-1994)

La historia oficial (Luis Puenzo, 1984)

Inevitable / Inevitable (Jorge Algora, E/A, 2013)

Made in Argentina (Juan José Jusid, 1986)

La Mary (Daniel Tinayre, 1974)

Libre de sospecha (Emilio Blanco, 2012)

Loco –Posee la fórmula de la felicidad– (Esteban Mellino, 1998)

Molière ou la vie d’un honnete homme (Molière, F, 1977, dir. Ariane Mnouchkine)

Una mujer… (Juan José Stagnaro, 1975)

El Negro Olmedo (Mariano Olmedo y Guillermo Fernandino, 2013)

No te enamores de mí (Federico Finkielstain, 2011)

Paño verde (Mario David, 1972)

La piel del amor (Mario David, 1973)

Príncipe azul (Santiago Carlos Oves, 1988)

Le sauvage / Il mio uomo è un selvaggio (El salvaje y la dama, F/I, 1975, dir. Jean-Paul Rappeneau)

Siempre fuimos compañeros (Fernando Siro, 1972)

Stella Maris (Homero Cárpena, 1952)

La telaraña (Kurt Land, 1954)

Ya tiene comisario el pueblo (Eduardo Morera – Claudio Martínez Payva, 1936)

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