sábado, 10 de mayo de 2025

TEMAS

Maricones & tortilleras (II)

• –¿Te gustan los tipos a vos? Quiero decir, ¿cogerías con un tipo?
–No.
–Bueh... ¿no cogerías con un tipo si te ofreciera 10.000 dólares?
–No.
–10.000, buena guita.
–No.
–¿Si te diera 20.000? Guita de verdad, son para vos.
–No.
–50.000 dólares.
(Niega con un gesto).
–500.000.
(Pensativo, no responde).
–¿Te das cuenta? Putos no faltan, lo que faltan son financistas.
[Chicana de Ricardo Darín a Gastón Pauls en Nueve reinas (Fabián Bielinsky, 2000)].

• En el invierno 1969, en Campo de Mayo, donde se filmaba la trabajosa biografía de un héroe nacional, un asistente de dirección, la pareja de maquilladores y el gran Actor Argentino matizaban los largos intervalos entre toma y toma revolcándose en los yuyos cercanos con algunos de los colimbas que el Ejército Argentino había cedido para todo servicio. ¡Viva la Patria! [Ellos cuatro, muy amigos entre sí, ya han muerto: me gusta pensar que, si es que existe el Cielo, el Paraíso o como lo llamen, estarán ahora correteando angelitos-chongos].

• “Si yo fuera tu novia cogeríamos todo el día”, le dice el gran Seth Rogen a su canceroso amigo del alma Joseph Gordon-Levitt en el film 50/50 (Jonathan Levine, 2010). Tras la exitosa operación, contento, exaltado, le reitera: “¡Te cogería!”.

• Jesse James y su pandilla entran pistola en mano a uno de los coches de un tren en pleno far West y Jesse grita: “¡Manos arriba! Vamos a robar a todas las mujeres y a violar a todos los hombres”. Un tipo le dice: “¿No se ha equivocado, señor? ¿No quiere decir que va a robar a todos los hombres y a violar a todas las mujeres?”. Pero había un mariconcito allí: “¡No se meta en lo que no le importa! No le va a enseñar a Mr. James a asaltar trenes”. [Truman Capote, Jardines ocultos, en Música para camaleones (1980)].

   Luego de esta introducción temática en franco tren de joda, la década de los 40 es casi una continuación de la anterior: persisten la homofobia y la cachada, la estandarización y el desconocimiento.

El solterón (Francisco Mugica, 1940). Cuando la sobrina (Fanny Navarro) le cuenta a su tío (Enrique Serrano) que su novio (Juan Carlos Thorry) le propuso matrimonio, aquel exclama, contento: “¡Es el día más feliz de mi vida!”. Rápida, la sobrina replica: “¿Qué? ¿Se te declaró a vos también?”.

Un bebé de contrabando (Eduardo Morera, 1940). En una secuencia, el protagonista “Inocencio Carreño” (Sandrini) busca al verdadero padre de “Dedalito”: sospecha del modisto, que es muuuy afeminado, hasta que una cliente francesa (Lise Lotte) que está allí, riéndose, le dice (en francés) que es “imposible” que monsieur Déjanne sea el padre porque, “bueno, él es… así… no se puede traducir”; entonces, Sandrini mira fijamente al modisto, que se retira haciendo un gesto maricón, ante lo cual Sandrini se da por vencido: “Sí, no se puede traducir…”. Además, hay un caso de travestismo precoz: el niño Cachito de la Rosa era en realidad una niña, Dorita de la Rosa.

Flecha de Oro (Carlos Borcosque, 1940). Al bajar del colectivo que conduce Pepe Arias, un pasajero muy afeminado le advierte que no doble por Suipacha, que es contramano; Arias le responde, con una de esas miradas suyas, “a contramano vas vos”. Casi medio siglo más tarde, la primera y más destacada discothèque gay, en Rodríguez Peña casi esquina Santa Fe, fue bautizada Contramano.

La 5ª calumnia (Adelqui Millar, 1940). Un cliente de la tienda Le Printemps que dice pertenecer a la Agrupación Patriótica (pero pide ponchos importados) es algo afeminado, y Héctor Coire se burla de él mariconeando ostensiblemente.

Joven, viuda y estanciera (Bayón Herrera, 1941). Hay un ingenuo lesbian touch, cuando Mecha Ortiz le estampa un beso en los labios a Lucy Galián.

Embrujo (Enrique T. Susini, 1941). Un diálogo para recordar, por lo ambiguo: refiriéndose a Jorge Rigaud, Santiago Gómez Cou dice: “Buen mozo ¿eh?”, y Alicia Barrié confirma: “¡Magnífico!”.

Yo conocí a esa mujer… (Borcosque, 1941). El traspunte tartamudo y sutilmente afeminado que anima el músico Oscar Sabino.

Cada hogar un mundo (Borcosque, 1942). Detalle no necesariamente connotativo: Oscar Valicelli vuelve al hogar al cabo de dos años de ausencia y en la noche de fin de año; su familia lo recibe alborozada, pero su hermano menor, Semillita, quien siempre lo admiró, no solo lo abraza y lo besa en una mejilla sino que ambos se besan los labios…

Cada hogar un mundo: Cores y Semillita antes del beso

Fantasmas en Buenos Aires (Discépolo, 1942). Pepe Arias desliza un término que servía popularmente para definir a un homosexual: “No me negará que éste es un gerente muy «alcanzame la polvera»…”.

La casa de los millones (Bayón Herrera, 1942). Secuencia, memorable por su timing y por lo bien actuada, en la que tres afeminados llegan a una fiesta y se burlan de Sandrini en uniforme de lacayo: –“¿Quién sos, el conde Luxemburgo?”, –“¿Y vos, la casta Susana?”, le responde, rápido, Sandrini, tras lo cual les pregunta sus nombres para anunciarlos: los tres tienen como segundo nombre María, por lo cual los presenta como “las tres Marías”, para luego reflexionar: “...y mañana serán hombres”. Mario Faig es uno de ellos.

Los hombres las prefieren viudas (Gregorio Martínez Sierra, 1942). Otro modisto afeminado, “Monsieur Paul”, éste a cargo de Mario Faig.

Luisito (Amadori, 1943). Segundo, tras La estancia del gaucho cruz, en basar su historia sobre un caso de travestismo, en este caso Paulina Singerman para cazar al millonario Santiago Arrieta. La idea original había sido escrita muchos años antes por Florencio Parravicini especialmente para Eva Franco, para un proyecto teatral nunca concretado.

Luisito: Arrieta y Singerman

Carmen (Amadori, 1943). Un cliente de la sastrería en la que trabaja Carmen Rodríguez (Niní Marshall), notoriamente afeminado, insiste en alquilar un disfraz de mariposa y tras probárselo pregunta si podrá volar. Disfrazada de soldado para no caer presa, Carmen le dice a Micaela (Nelly Darén) que su novio don José (Carlos Tajes) ya no la quiere: interviene un guardia que le pregunta “Y usté... ¿cómo lo sabe?”, “Porque está enamorao de mi”, responde el falso soldado: el guardia cabecea y reflexiona: “¿De ti? Pues bueno está el mundo...”.

Madame Sans-Gêne (Amadori, 1944). Mamotreto pseudohistórico al servicio de Niní Marshall: amparados en el ropaje, las pelucas y los empolvados de la época, Adrián Cúneo, Olimpio Bobbio y Rafael Barreta mariconean a piaccere.

Pampa bárbara (Lucas Demare y Hugo Fregonese, 1944-1945). Un soldado se queja ante su superior: “Peor es vivir así, mitad soldado y mitad hembra”, velada alusión a las probables relaciones sexuales entre la soldadesca, comentario insólito en un film de características argumentales “serias”.

La señora de Pérez se divorcia (Christensen, 1945). Refiriéndose al abogado (el insufrible Tito Gómez), Mirtha Legrand le pregunta a su marido Juan Carlos Thorry: “¿No estarás enamorado de él?”.

Romance musical (Ernesto Arancibia, 1945). Carlos Castro “Castrito” interpreta a un manager brasileño que viaja en el barco y que, mientras Libertad Lamarque canta y sin que tenga que ver con nada, repentinamente mira con segundas intenciones a Ernesto Raquén (novio de ella) y, mariconeando sin disimulo, le dice: “¿Você no senti deseios de amar?”.

Cinco besos (Luis Saslavsky, 1945). El bailarín afeminado se dirige a la vedette Elena Lucena: “Señora, aquí está su pollera”; furiosa, le responde: “¡Agora póngasela usted...!”.

Un modelo de París (Bayón Herrera, 1945). Mario Faig compone otro de sus habituales afeminados.

La tía de Carlos (Torres Ríos, 1946). Versión apenas correcta de Charley’s aunt, el clásico asunto de travestismo urdido ingeniosamente por el inglés W. Brandon Thomas en su pieza teatral de 1892, en el que un joven (aquí Pedro Quartucci), para ayudar a un amigo en cuestiones de faldas, se traviste en su tía brasileña con los consiguientes, imaginables enredos vodevilescos.

¡Soy un infeliz! (B. H. Hardy, 1946). Comedia sonsa en la que Carlos Enriquez no hizo de mayordomo aunque está muy gracioso mariconeando sin control.

Adiós pampa mía (Romero, 1946). Walter Zuker interpreta a un bailarín afeminado.

El tango vuelve a París (Romero, 1947). El argumento incluye un personaje detestable por lo alcahuete (Severo Fernández, ¿quien otro?), sin duda misógino, probablemente homosexual reprimido: “Nunca tuve una aventura”, “Conmigo, las mujeres, jé jé, si les habrán fallado lances”.

No me digas adiós (Moglia Barth, 1948). Un marinero acaricia la mano de otro mientras observan cómo se besa la pareja central (Nelly Darén y el brasileño Anselmo Duarte); un travesti cede el auto a Darén durante los fastos del Carnaval.

Al marido hay que seguirlo (Augusto César Vatteone, 1948). Refiriéndose a Mapy Cortés, transitoriamente vestida con ropas masculinas, Francisco Alvarez pregunta: “¿Quién es ese mocito con voz de dulce de leche? Ya sabe que no me gustan mixtos en la estancia: los hombres, hombres, y el pasto, puro”.

La locura de don Juan (Mario C. Lugones, 1948). El hampón que anima Homero Cárpena y el decorador que interpreta Gogó Andreu (quien todo el tiempo repite: “¡regio!”) son sumamente afeminados y alguien los califica como “dos perfectos ricos tipos”.

La locura de don Juan: Felisa Mary, Susana Canales, Angeles Martínez, Cárpena y Gogó


Apenas un delincuente (Fregonese, 1948). Jorge Salcedo ingresa a la cárcel, lo numeran como el 618 y afeitan sus bigotes, momento en que el peluquero le dice, insinuante: “Es una lástima, te quedan tan bien...”.

Vidalita (Saslavsky, 1948). Otro film que basa todo su asunto sobre un caso de travestismo. La jovencita Mirtha Legrand es enviada a la estancia pampeana de su abuelo gruñón y riguroso (Narciso Ibáñez Menta), quien no sólo no la conoce sino que en rigor imagina que el que está llegando es su nieto. Así, con la complicidad de su aya (Amalia Sánchez Ariño), la nieta decide vestir ropas de muchacho para complacerlo, lo cual, como es de imaginar, desata toda clase de equívocos que incluyen la estupefacción del muy macho capitán de caballería (Fernando Lamas), confusamente atraído por ese ambiguo “muchacho”.

Vidalita: Amalia Sánchez Ariño, Legrand y Lamas

El ídolo del tango (Héctor A. Canziani, 1948). El gay touch lo aporta un personaje menor, un amigo (Sebastián Piccone Bardón, peinador del film, además) de la novia rica (Gloria Ramírez) del protagonista (Julio Martel), amigo éste que es “fino”, o sea, afeminado y chismoso, como querían las convenciones de la época.

Una noche en el Ta-Ba-Rin (Amadori, 1948-1949). En la secuencia que transcurre dentro de un ascensor aparece un afeminado, que es el vendedor de la sección Modas de la Casa Ducal.

Cinco grandes y una chica (Vatteone, 1949). Feliz debut de Los Cinco Grandes del Buen Humor en un film en el que no sólo hay abundantes imitaciones y travestismo sino también toques gay, en este caso en una viñeta con “Luis María” y sus dos amigos, todos muy afeminados, que se retiran ofendidos de la boîte El Gato Escaldado porque... un hombre actúa vestido de mujer.

Al compás de tu mentira (Canziani, 1949). Aparece un afeminado que quiere bailar la “raspa”, que era un ritmo de origen mexicano por lo general utilizado para las fiestas de recién casados.

Cuando besa mi marido (Carlos Schlieper, 1949-1950). Una situación equívoca entre Juan Carlos Thorry y Angel Magaña es observada por el mayordomo Carlos Enriquez.

La culpa la tuvo el otro…! (Demare, 1949-1950). Sandrini anima tres personajes: el canalla Víctor Valdéz, actor; su doble Sincerato Cuesta; y… una tía del primero. Fue la primera pero no la última ocasión en que acuda al travestismo ocasional e ingenuo. [Continuará]

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