sábado, 17 de mayo de 2025

RINCONES

Balnearios

Cuando era niño, una vecina de mi cuadra (Caracas al 5000, Villa Pueyrredon) nos llevaba a sus hijos y a mí a viajar en tren: aprovechando los pases gratuitos provistos por su marido funcionario del ferrocarril, subíamos al Mitre en la estación Pueyrredon y trasbordábamos en Retiro al ramal que terminaba en la estación Delta. El largo viaje de ida y vuelta era matizado con unos riquísimos pebetes de jamón crudo con manteca y té que llevaba en un termo: el señor del ferrocarril era inglés y su esposa porteña adoptó sus costumbres, incluido el té de las 5. A cierta altura veíamos el Río de la Plata, pero mi mayor emoción fue aquella tarde en la que el río había desbordado y cubierto las vías provocando la sensación de flotar sobre el agua.

   Ya adolescente, un día de verano fui con mis padres a un balneario de la zona Norte en donde nos reunimos con unos tíos y sus hijos de mi edad, dispuestos todos a pasar un día de recreo. Recuerdo un enorme patio con piso de tierra, mesas y asientos de cemento y un murallón con aberturas para que los bañistas pasaran a la playa. Aquel domingo tuve un anticipo de mis futuras olas marinas cuando el Río de la Plata creció y comenzó a golpear con furia el paredón penetrando por las tales aberturas. Nos fuimos casi huyendo, pero la imagen persiste en mi cerebro: creo que ese día nació mi amor por las ciudades al borde del mar, así como mi preferencia por viajar en trenes, siempre que ello sea posible.

Héroes de hoy: Erica Wallner y Virginia Lago

   Ambas evocaciones remiten a un lugar específico, el que estaba pegado a la estación Juan Anchorena del FC General Mitre, en la línea Retiro-Delta, conocida como “el tren del bajo”, línea poco después (noviembre 1961) desafectada del servicio por el Gobierno de Arturo Frondizi por considerarla “improductiva”. Se mantuvo en ese estado por los siguientes treinta años hasta que el Gobierno de Carlos Menem –dedicado a privatizar todo lo que fuera posible, desde los teléfonos y el petróleo hasta el Zoológico– permitió que se convirtiera en un emprendimiento comercial denominado Tren de la Costa, que sólo transportaba pasajeros que hacían compras, comían e iban al cine en las viejas estaciones travestidas en centros comerciales y recreativos.

   La estación Anchorena y su balneario lindante aparecen en todo su esplendor en un film que nunca llegó a los cines pero en cambio fue a menudo emitido por TV: se titula Héroes de hoy y es una ingeniosa, simpática comedia satírica que hace blanco en la fotonovela, muy a la moda desde mediados de los 50. Luis Dávila, uno de los actores que incursionaba en ese género, interpreta al jefe de una estrafalaria banda de hampones que se esconden allí provocando la curiosidad de los lugareños, entre ellos un grupo de chiquilinas que se enamoran de Dávila, quien por entonces estaba en su esplendor. Los otros gangsters de pacotilla eran Nathán Pinzón, José Maurer y Raúl Ricutti y las muchachitas Erica Wallner, Virginia Lago y Alicia Paz. Film muy representativo de la Generación del 60, es en verdad inexplicable que no fuera estrenado, por cuanto conecta muy bien con el espectador medio.

   La estación Anchorena y sus playas lindantes aparecerán en varios otros films, entre ellos Rebelde con causa, el corto Seguir andando de Solanas, Una máscara para Ana (en secuencia en la que se luce la gordita Celia Geraldy), Villa Cariño está que arde!, [“puntos suspensivos”], Los hijos de Fierro, Los días que me diste (en la estación del tren se separaban el ama de casa Inda Ledesma y su amante carnicero Arturo Puig) y Soñar soñar (en la playa Gianfranco Pagliaro le roba la cartera a una bañista provocando un tumulto del que resulta agarrado por una oreja, y en la estación aparece Pablo Torre, que era el 1º ayudante de dirección).

Seguir andando

Buenos Aires y el conurbano bonaerense ofrecían otros también muy populares, en especial los de la zona Norte, como los de Olivos (el segundo episodio de Tres veces Ana, por ejemplo), San Isidro (allí se filmó, en el llamado Las Toscas, una secuencia de Los isleros) y San Fernando, a los que el Sur respondía con el de Quilmes, donde fue rodado La gran felicidad. En la Capital Federal lucía el muy popular apodado Saint-Tropez, en la Costanera Norte, inmortalizado en Póker de amantes. Sin embargo, el Balneario Municipal de la Costanera Sur ofrecía encantos arquitectónicos de los que carecían los otros: la avenida costanera había sido inaugurada a principios del siglo XX como su calle de acceso y fue ampliada más adelante en el tramo Belgrano-Viamonte, inaugurado éste el 7.8.1924 otorgándosele el nombre 9 de Julio y en coincidencia con la visita al país del príncipe Umberto di Savoia, heredero del trono italiano, a quien pasearon en automóvil por la tarde de ese mismo día.

   Nelo Cosimi, big star del cine mudo, ambientó allí dos de sus films, presumo los primeros de ficción en mostrarla: Buenos Aires también tiene… y Corazón ante la ley. No son muchos los títulos posteriores parcialmente filmados en la Costanera Sur, entre ellos Galleguita, La calle grita, El túnel, Una cita con la vida, Todo el año es Navidad, Tres veces Ana e Invasión. Sin embargo, sólo tres la mostraron en toda su magnificencia, incluyendo sus columnas y pérgolas, sus escalinatas y la Fuente de las Nereidas de Lola Mora: Ayer fue primavera, que también registra el edificio de la Escuela Superior de Bellas Artes de la Nación Ernesto de la Cárcova; Tute Cabrero, que abarca el conjunto completo como nunca antes había sido mostrado ni lo será después, en gran parte gracias a la excelente fotografía en blanco y negro del Flaco Pica; y Crecer de golpe, ya a fines de los 70, esto es, al borde de su desaparición en tanto balneario, y acaso por ello recogiendo ambientes y personajes en franca decadencia.

Ayer fue primavera: Analía Gadé, Roberto Escalada y Lola Mora

FILMS MENCIONADOS

Ayer fue primavera (Fernando Ayala, 1954-1955)
Buenos Aires también tiene… (Nelo Cosimi, 1927)
La calle grita (Lucas Demare, 1948)
Una cita con la vida (Hugo del Carril, 1957)
Corazón ante la ley (Nelo Cosimi, 1929)
Crecer de golpe (Sergio Renán, 1976)
Los días que me diste (Fernando Siro, 1974)
Galleguita (Julio Irigoyen, 1939)
La gran felicidad (Carlos Borsani y Carlos Dwnin Borcosque [Carlos F. Borcosque], 1966)
Héroes de hoy (Enrique Dawi, 1960)
Los hijos de Fierro / ¿? / Les fils de Fierro (Fernando E. Solanas, A/RFA/F, 1972-1974)
Invasión (Hugo Santiago, 1968)
Los isleros (Lucas Demare, 1950)
Una máscara para Ana (Rubén W. Cavallotti, 1965)
Póker de amantes (Francisco Tarantini, 1969)
[“puntos suspensivos”] (Edgardo Cozarinsky, 1970-1971)
Rebelde con causa (Antonio Cunill, 1961)
Seguir andando (Fernando E. Solanas, 1962, corto)
Soñar soñar (Leonardo Favio, 1976)
Todo el año es Navidad (Román Viñoly Barreto, 1959)
Tres veces Ana (David José Kohon, 1961)
El túnel (León Klimovsky, 1952)
Tute Cabrero (Juan José Jusid, 1967)
Villa Cariño está que arde!
(Emilio Vieyra, 1968)

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