martes, 13 de mayo de 2025

CHUCHERIAS

Yo sé que ahora vendrán caras extrañas

La divina Luz

Una modesta, empeñosa, finalmente simpática comedia hecha en coproducción argentino-brasileña titulada No me digas adiós reserva una sorpresa que sólo los muy brasilerófilos podrán apreciar en toda su dimensión: es el único film argentino, y uno de los pocos en general, que registra la actuación de Luz del Fuego, uno de los grandes mitos populares de su país. Nacida Dora Vivacqua (1917-1967), primero fue, desde 1944, Luz Divina, y desde 1947, Luz del Fuego, apelativo que adoptó de la marca de un rouge argentino. Fue actriz y bailarina, pero destacó por actos e ideas de absoluta avanzada para la época, para una mujer y para la América latina: encantaba serpientes en un circo, era vegetariana, practicaba nudismo, vivía rodeada de (y era adorada por) homosexuales, fue tapa de Life, regente de una isla nudista (la Ilha do Sol) cercana a Río de Janeiro en la que recibía visitas de famosos de Hollywood, hacía gala de un desprejuicio desafiante y, apropiadamente, murió asesinada por un “chongo”. Lucélia Santos la personificó en el film Luz del Fuego (David Neves, 1982).


Como Pancho en nuestra casa

La coproducción argentino-española La pérgola de las flores resultó, probablemente, el mejor musical argentino –y uno de los pocos que se registran en toda su historia–, que no es lo mismo que un film-de-cantante o de un film-con-canciones. Adapta la exitosa comedia teatral estrenada en Chile en 1960, firmada por Isidora Aguirre (texto) y Francisco Flores del Campo (música). Este último era un viejo conocido del cine local, puesto que desde mediados de los 40 vivió un tiempo en Buenos Aires, solía presentarse en locales de diversión nocturna (en Goyescas lo anunciaban como “El Caballero de la Canción”) y hasta apareció en un par de films de los 50: en Cosas de mujer… animaba a “Federico Pizarro”, un amigo de Zully Moreno, con quien canta Ay Josefa, Josefina, música suya y letra de Schlieper, y en Tren internacional es el anfitrión de una fiesta, un delicioso bon vivant marica. Antes de todo ello apareció como un festejante de Rosita Moreno en las secuencias del viaje en barco de El día que me quieras, menesteres todos ellos que firmaba apenas como Pancho Flores.

Una traidora

Los títulos de crédito la mencionan como Diana Toldi, pero esa desconocida que interpretó el rol de “Wilma Ballaszka” en Vivir un instante, acreditada en el 3º puesto después de Tita Merello y Alberto Closas, era en realidad la actriz húngara Zita Szeleczky (1919-1999): muy popular en su patria, era cantante de operetas e intervino en una treintena de films desde mediados de los 30 hasta alcanzar el rango de protagonista, en algunos de los cuales fue dirigida por István Székely (el futuro Steve Sekely de tanto film estadounidense serie B), Ladislao Vajda y Josef von Báky, entre otros, pero tras la Segunda Guerra Mundial fue condenada por colaboracionista con los ocupantes soviéticos y obligada al exilio. A poco de llegar a Buenos Aires se vinculó a grupos independientes de teatro alemán y así protagonizó la pieza teatral La pequeña señorita Ypsilon, de Henrique Fischer Karwin, representada el lunes 2.8.1948 en el Smart por la Nueva Compañía de Teatro Alemán dirigida y encabezada por Luis Ney, en la que fue acreditada como Zita von Szeleczky. Nunca más volvió a filmar.

Negro y maricón

El cantante, pianista y compositor cubano Bola de Nieve (Ignacio Jacinto Villa Fernández, 1911-1971) fue famoso a pesar de dos particularidades que en la época en que vivió eran algo difíciles de sobrellevar: era negro y homosexual. También fue un músico notable, detrás de cuyos ritmos caribeños se adivinaban las raíces del jazz. Pocos recuerdan que intervino en tres films argentinos: en Adiós Buenos Aires aparecía apenas como el pianista de la orquesta Habana-Casino; en Embrujo actuaba a un temible negrón apodado “el corta orejas” y además cantaba una canción; y en Melodías de América interpretaba una conga como una de las varias atracciones musicales. Esos films los rodó en ocasión de algunos de sus tantos viajes a la Argentina, donde solía presentarse en locales de diversión nocturna del centro porteño. Un film muy posterior, Che: muerte de la utopía?, ofrece en la banda sonora su tema No puedo ser feliz, cantado off por él mismo. Al contrario de otros homosexuales, la dictadura castrista no lo encarceló ni asesinó, ya que fue un entusiasta defensor del régimen.


Casi casi lo sumamos

Un dato poco conocido alrededor del film Tiro al aire es que en él estuvo a punto de intervenir el famoso actor inglés Robert Powell. Tal como me lo contó Aldo Romero (quien debutó allí como aprendiz en el equipo de dirección), Powell estaba en Buenos Aires en coincidencia con el rodaje: vino por invitación de la distribuidora Maxifilm –la misma de Tiro al aire, por cierto– para apoyar con su presencia el estreno de su film más reciente, la producción australiana Harlequin, lanzada el 10.7.1980 en los cines Broadway y América. Powell había iniciado su carrera hacia mediados de los 60 y alcanzado un pico de popularidad internacional gracias a sus notables interpretaciones en films de Ken Russell (Mahler, Tommy), Zeffirelli (Gesù di Nazareth) y Cavani (Al di là del bene e del male) así como en la súper producción The thirty-nine steps. Puesto que el argumento del film argentino transcurre entre actores de segunda categoría, la idea de Ricardo Wulicher y sus socios de Maxifilm era que, en la secuencia en que Héctor Alterio visita las oficinas donde se está tomando gente para un nuevo film de los súperagentes, entre los que esperan en la antesala estuviera Powell. Finalmente, una cuestión de falta de coincidencia entre las fechas en las que el actor debía volver a Londres y la del día en que se rodaría esa secuencia frustró el que hubiera sido un divertido gag y, por supuesto, un cameo de lujo.

Sorpresa secreta

Si por algo un film prescindible como Un gaucho con plata puede resultar de interés es porque –dato casi exclusivo para cinéfilos aguerridos– registra la última aparición en cine de Enrique Vico, otro de esos outsiders itinerantes del cine mundial, que transitan de país en país sin dejar mayores rastros en ninguno de ellos, que el investigador debe averiguar provisto de suma paciencia y, especialmente, de poder de deducción. Vico era chileno, nacido con el siglo XX, el 13.10.1900: un viejo anuario dice que era “descendiente de actores” sin agregar mayores precisiones, pero una pista al respecto la ofrecen los títulos de crédito de uno de sus films argentinos, en el que figura un actor llamado Orfeo Vico, quien podría ser su padre. Debutó en cine a sus 10 años de edad en Manuel Rodríguez, considerado el primer film chileno de ficción, para luego dedicarse a lo que todo niño, estudiar. Todavía adolescente, se lo ubica en Hollywood como intérprete en personajes secundarios en films muy distanciados en sus rodajes: The whip (1916), The gaucho (1927), Four devils (1928, en el que también actuaba el argentino Barry Norton) y Paid (1931). Luego hizo en estudios españoles la producción estadounidense hablada en castellano La traviesa molinera (1934, dirigida por otro argentino) así como las producciones 100% españolas La hermana San Sulpicio, Romanza rusa y Patricio miró a una estrella.

En el extremo derecho, Enrique Vico

   Se ignora en qué momento desembarcó en la Argentina, donde el primer rastro suyo se descubre en 1938 en Un tipo de suerte, una producción de Luis Sandrini a la que aportó el argumento original además de firmar el guión y oficiar de asistente de dirección. Desde entonces residirá aquí trabajando a destajo como actor, guionista o asistente en una gran cantidad de films de los 40 y la primera mitad de los 50 en los que figura acreditado indistintamente como Enrique Vico, Henry Vico, Henri Vico, Antoine Bardot o Enrique Vico Carré. En el orden de su rodaje, entonces, intervino como actor en Nuestra tierra de paz (donde animó a Bernardo O’Higgins), Azahares rojos, Petróleo, En la luz de una estrella (en el que tuvo su personaje más lucido, un delicioso empresario teatral llamado “Antoine Bardot”, nombre de ficción con el que, curiosamente, figura acreditado), Locos de verano, Una novia en apuros, En el viejo Buenos Aires, Mar del Plata ida y vuelta, La mentirosa (primera de sus muchas colaboraciones con Amadori), Malambo, Ceniza al viento y Pa’l otro lao. Al año siguiente inicia una intensiva actividad en calidad de asistente de dirección en films dirigidos por Amadori: Luisito, Carmen, Apasionadamente –en el que también firma el guión–, Madame Sans-Gêne, Santa Cándida, Dos ángeles y un pecador y Mosquita muerta. Retoma luego su condición de actor en ¡Soy un infeliz!, Tres millones… y el amor! y Un marido ideal, para volver a la asistencia en Una noche en el Ta-Ba-Rin, Almafuerte (en el que además cumple una aparición amistosa no acreditada personificando a Bartolomé Mitre) y El seductor. Interpreta un personaje secundario en Piantadino; es asistente y colaborador en el guión de Buenos Aires a la vista y firma el encuadre de El Zorro pierde el pelo.

   Tras asistir por última vez a Amadori en Me casé con una estrella, Vico se trasladó a Chile, contratado por la Panamericana Films para adaptar y dirigir Llampo de sangre (1954), largometraje protagonizado por el argentino Raúl del Valle y en cuyo elenco figura un muy joven Lautaro Murúa. En su colaboración para el Diccionario de realizadores compilado por las argentinas Kriger & Portela, el corresponsal chileno Jorge Grez Lobos agrega desinformación cuando afirma sobre este film que fue dirigido por “el argentino Enrique de Vico”. Sus dos últimas intervenciones en films locales se registran en 1955 como asistente de dirección y en una aparición fugaz no acreditada –como un agente de policía– en La Tierra del Fuego se apaga y como actor en La muerte flota en el río, tras los cuales desaparece del radar cinéfilo para reaparecer en enero 1968 integrando el elenco de una producción –la última, por cierto– del sainete clásico de Mario Folco El casamiento de Chichilo protagonizada por Jesús Gómez en el teatro Blanca Podestá, y un año y medio más tarde en Un gaucho con plata.

Pericles Richardson

FILMS MENCIONADOS
Adiós Buenos Aires (Leopoldo Torres Ríos, 1937)
Al di là del bene e del male / Au-dela du bien et du male / Jenseits von gut und böse (Más allá del bien y
     del mal, Liliana Cavani, I/F/RFA, 1976)
Almafuerte (Luis César Amadori, 1949)
Apasionadamente (Luis César Amadori, 1944)
Azahares rojos (Edmo Cominetti, 1939)
Buenos Aires a la vista (Bayón Herrera, 1950)
Carmen (Luis César Amadori, 1943)
Ceniza al viento (Luis Saslavsky, 1942)
Che: muerte de la utopía? / ¿? (Fernando Birri, A/AL, 1997)
Cosas de mujer… (Carlos Schlieper, 1951)
El día que me quieras (ídem, John Reinhardt, EEUU, 1935)
Dos ángeles y un pecador (Luis César Amadori, 1945)
Embrujo Embrujo (Enrique T. Susini, 1941)
En el viejo Buenos Aires (Antonio Momplet, 1942)
En la luz de una estrella (Enrique Santos Discépolo, 1941)
Four devils (4 diablos, F. W. Murnau, EEUU, 1928)
The gaucho (El gaucho, F. Richard Jones, EEUU, 1927)
Un gaucho con plata (Angel Acciaresi, 1969)
Gesù di Nazareth / Jesus of Nazareth (Jesús de Nazareth, Franco Zeffirelli, I/GB, 1976)
Harlequin (Arlequín, Simon Wincer, AUST, 1979)
La hermana San Sulpicio (idem, Florián Rey, E, 1934)
Locos de verano (Antonio Cunill Cabanellas, 1941)
Luisito (Luis César Amadori, 1943)
Madame Sans-Gêne (Luis César Amadori, 1944)
Mahler (idem, Ken Russell, GB, 1974)
Malambo (Alberto de Zavalía, 1942)
Manuel Rodríguez (Adolfo Urzúa Rosas, CHI, 1910)
Mar del Plata ida y vuelta (Santiago Salviche y Lorenzo Serrano, 1942)
Un marido ideal (Bayón Herrera, 1946)
Me casé con una estrella (Luis César Amadori, 1950)
Melodías de América (Eduardo Morera, 1941)
La mentirosa (Luis César Amadori, 1942)
Mosquita muerta (Luis César Amadori, 1945-1946)
La muerte flota en el río (Augusto César Vatteone, 1955)
Una noche en el Ta-Ba-Rin (Luis César Amadori, 1948-1949)
No me digas adiós / Não me digas adeus (Moglia Barth, A/BR, 1948)
Una novia en apuros (John Reinhardt, 1941)
Nuestra tierra de paz (Arturo Mom, 1939)
Paid (La mujer que perdió su alma, Sam Wood, EEUU, 1931)
P’al oto lao –Yo en Buenos Aires– (27 millones –P’al otro lao–, José Bohr, CHI, 1942)
Patricio miró a una estrella (idem, José Luis Sáenz de Heredia, E, 1934)
La pérgola de las flores / La pérgola de las flores (Román Viñoly Barreto, A/E, 1964)
Petróleo (Arturo Mom, 1940)
Piantadino (Francisco Mugica, 1949)
Romanza rusa (Florián Rey, E, 1934, corto)
Santa Cándida (Luis César Amadori, 1944-1945)
El seductor (Bayón Herrera, 1949)
¡Soy un infeliz! (B. H. Hardy, 1946)
The thirty-nine steps (Los 39 escalones, Don Sharp, GB, 1978)
La Tierra del Fuego se apaga (Emilio Fernández, 1955)
Un tipo de suerte (Carlos Calderón de la Barca, 1938)
Tiro al aire (Mario Sabato, 1980)
Tommy (idem, Ken Russell, GB, 1974)
La traviesa molinera (idem, Harry d’Abbadie D’Arrast, EEUU, 1934)
Tren internacional (Daniel Tinayre, 1953-1954)
Tres millones… y el amor! (Bayón Herrera, 1946)
Vivir un instante (Tulio Demicheli, 1950)
The whip (Maurice Tourneur, EEUU, 1916)
El Zorro pierde el pelo (Mario C. Lugones, 1950)

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