FILMS / EN PRIMERA PERSONA
Triángulo de cuatro:
del back
stage a la opening night
Todo
film, se sabe, tiene una historia paralela a la que muestran y cuentan sus
imágenes, historia que en escasas oportunidades trasciende y que sólo es
relatada en rueda de gente de cine. Escribo estos recuerdos en primera persona
porque los viví en mi calidad de agente de Prensa y jefe de Publicidad de Aries
Cinematográfica Argentina SA además de amigo personal de algunos de los
involucrados, y a modo de ilustración sobre esos avatares en cierto modo
privados, y de entre los muchos films en los que participé, digamos “de
costado”, elegí Triángulo de cuatro porque sumó tantas pequeñas
historias que se me hace poco menos que irresistible contarlas.
En un principio estuvo el argumento. María
Luisa Bemberg era amiga personal de Fernando Ayala y tras su primer guión para Crónica
de una señora (Raúl de la Torre, 1970-1971) él le pidió un argumento que
produciría en 1973 su empresa Aries: entonces titulado “Opción” y otra vez
ponía el foco sobre caracteres femeninos. En su libro sobre Bemberg, Clara
Fontana da en la tecla al describir argumento y film: “Es, como Crónica...,
una visión crítica de las relaciones matrimoniales en un ambiente de alta
burguesía. La pareja central está unida por lazos muy frágiles. Otra vez la
protagonista, ahora en la piel de Thelma Biral, busca como Fina en Crónica...
el refugio de la infidelidad. El trazado es poco convincente y difícilmente
audaz. Le falta la dimensión conceptual que en algunos casos, el de Crónica
de una señora es uno, hacen de una historia menor un arquetipo relevante de
un conflicto humano y social. Triángulo de cuatro es un drama común
entre gente frívola y algún toque crítico no lo rescata de la trivialidad”. La
única disidencia con Clara reside en que aquí los personajes no son “de alta
burguesía”: a lo sumo, esnobs con mucho dinero. Fue el último guión de Bemberg
para directores ajenos: en el futuro se los dirigirá ella misma.
Thelma Biral y Federico Luppi estuvieron desde el principio en el proyecto, y Bemberg escribió sus personajes pensando en ellos: ambos trabajaban en esos años con Ayala y Olivera tanto en cine cuanto en teatro, ella en Argentino hasta la muerte (Ayala, 1970), Federico dirigido por Olivera en Las venganzas de Beto Sánchez (1972) y La Patagonia rebelde (1974), los dos juntos en la pieza de David Viñas Túpac Amaru (desde mayo 1973 en el Liceo) y continuaron vinculados a Aries durante largo tiempo. Hacia el verano anterior Biral había repuesto con enorme éxito una comedia que sería su caballito de batalla, Coqueluche, de Roberto Romero, por lo que su nombre estaba “caliente” en las taquillas. Tras varios años de batallar en el Uruguay y desde 1963 en la Argentina, era, en verdad, una nueva estrella tan sólo desde poco antes. Cuando la preproducción de Triángulo de cuatro ya estaba en marcha fue tentada por Argentina Sono Film para animar a la protagonista de una versión de la novela de Silvina Bullrich Bodas de cristal, que preparaba el director Rodolfo Costamagna. Thelma en principio aceptó calculando que podría cumplir ambos compromisos, pero Ayala y Olivera decidieron reemplazarla con Marta González, a quien Leopoldo Torre Nilsson (en Boquitas pintadas, 1974) había redimido de años infames como groupie de Leo Dan y como sufrida heroína de telenovelas. Al fin, Bodas de cristal se hizo con Susana Campos, Biral volvió sumisa a Aries y González quedó fuera de juego.
Para el personaje de la amante de Luppi, una
fotógrafa y modelo, la primera elección de Ayala fue la espléndida Bárbara
Mujica, pero cuando ésta desertó por razones que ignoro convocó a Graciela
Borges, quien aceptó con la condición de que su nombre figurara en primer
término en gacetillas, avisos y afiches aunque en los créditos oficiales sería
mencionada en cuarto lugar: un memorandum interno me impuso de esta
cláusula que debía ser respetada a rajatabla. Esas condiciones crearon un clima
de rodaje algo tenso entre Borges, que era una súper estrella desde por lo
menos 1958, y Thelma, que, aunque era la protagonista, debió resignar el primer
lugar (nadie presta atención a los títulos de los films, se sabe) debido a su
condición de parvenue. Ambas vedettes
se odiaron civilizadamente durante el rodaje, no se dirigían la palabra y por
fortuna sólo tenían una breve secuencia en común, la del cóctel, rodada en el
Sheraton. El mayor tiempo que permanecieron juntas fue durante los tres o
cuatro días en Punta del Este (donde se filmó en la casa de Bemberg), ocasión
en la que me hicieron la vida imposible: cada vez que le pedía a una que
atendiera a un periodista uruguayo su pregunta obligada era: “¿A la otra
ya la entrevistaron?”. La comida nocturna tras el rodaje casi nunca contaba con
ambas, y en tal caso se sentaban muy lejos la una de la otra, mientras el Gordo
Ayala se dedicaba a su juego preferido, el de atiborrarse de dulces.
El papel de Martín, el joven amante de la señora, también sufrió complicaciones diversas. Aries había contratado a Arnaldo André por tres años habida cuenta de su repentino ascenso: el joven actor paraguayo venía batallando también él su lugar en el mundo del show business argentino desde por lo menos 1968. Ya había trabajado para Aries como hermano de Biral en Argentino hasta la muerte, pero sendas telenovelas de Alberto Migré, Pobre diabla en 1973 y Mi hombre sin noche en 1974, lo habían catapultado al estrellato. Sin embargo, hubo problemas contractuales y André salió de escena. En la búsqueda de su reemplazante, y durante una privada de La Patagonia rebelde en los laboratorios Alex en Núñez, Ayala, Olivera, Luis Osvaldo Repetto y, entre algún otro, yo mismo nos arrellanábamos en los sillones del espacioso hall. El film acababa de comenzar cuando de pronto irrumpió un muchacho joven y muy buen mozo, consciente de estar llegando tarde. Ayala pegó un respingo y preguntó en voz baja: “¿Quién lo invitó?”; “Yo”, respondí, “es amigo mío”, “Preséntemelo, por favor”, pidió (todavía no nos tuteábamos). Juan José Camero se perdió el comienzo del film pero a cambio ganó un contrato para ser figura estelar en otro. Modelo publicitario, también él venía luchando desde finales de los 60, interviniendo en alguna pieza teatral en el Di Tella y cumpliendo un papel destacado en un film que nadie vio (Paula contra la mitad más uno, Néstor Paternostro, 1970) así como ínfimas apariciones en otros. En 1973 y hasta mediados de 1974 tuvo personajes más visibles en La gran aventura (Emilio Vieyra), en La Mary (Daniel Tinayre) y en La tregua (Sergio Renán). Para los días de la aludida función privada había sido figura de tapa, en una misma semana, de tres de las revistas de mayor circulación; además, Leonardo Favio lo había contratado para protagonizar Nazareno Cruz y el lobo, que comenzaría a rodar más adelante pero que en mayo del 74 ya estaba rodeado de una enorme expectativa, habida cuenta del fenomenal éxito de su Juan Moreira.
Apetencias personales al margen, Ayala no se
equivocaba al ofrecerle el personaje de Martín. Pero la eterna indecisión de
Juanjo frente a todo en la vida casi frustra el intento. Fernando me pidió que
intercediera: conocía a Camero desde varios años antes, cuando, como agente de
Prensa de La fidelidad (Juan José Jusid, 1970), tuve que promocionar a
Elena Sédova, una bellísima y desconocida modelo con la cual Juan estaba
“saliendo”, ese eufemismo periodístico. Para 1974, y ya contratado por Favio
como agente de Prensa de su próximo film, mi amistad con él se hizo más
estrecha. Lo visité en casa de sus padres en San Telmo, y procuré que
entendiera que el trabajar con Ayala, con Olivera, con Aries y con Biral,
Federico y Borges mientras esperaba el comienzo de Nazareno sería en
verdad beneficioso para su incipiente estrellato. Lo convencí.
Con Bemberg y Camero en Punta del Este,
3.8.1974
(foto Polaroid: aunque desteñida, todavía
resiste)
A todo esto, Luppi, como siempre (al menos hasta el 21.11.2010, el día en que famosamente desbarrancó) se comportó como un auténtico lord: nunca hubo problemas con él, ni siquiera cuando Ayala le pidió desnudarse en una escena de alcoba. No fue el único: Biral y Juanjo también lo hicieron, aunque el buen gusto de Ayala ocultara sus genitales. El rodaje comenzó con Olivera dirigiendo los primeros diez días, ya que Fernando había enfermado. También cayó en cama el director de fotografía Caula. Por otra parte, el súper estrellato de las actrices obligó a contratar maquilladores y peinadores de refuerzo, pues cada una pretendía la exclusividad de Blanquita Olavego, la cotizada maquilladora de Aries, eterna chupamedias de Ayala, a quien le preparaba su té de las 5, ocasión en la que aprovechaba para alcahuetearle todo aquello de lo que él no se enteraba de manera espontánea.
Más avatares ocurrieron durante la opening
night. En aquellos tiempos, la función de estreno, llamada première,
se concretaba en la segunda función nocturna de la sala principal, el mismo día
de su lanzamiento, para lo cual la empresa productora compraba casi la
totalidad de las plateas e invitaba a actores, técnicos, amigos y
favorecedores. Así, el 10.4.1975, cerca de la medianoche, ya iniciada la
función, el barcito del Atlas fue el punto de reunión de los principales
involucrados. Olivera, siempre práctico, me pidió que me adelantara hasta El
Tropezón, mítico restaurante de la avenida Callao 248 en el que la farándula
solía reunirse (otros elegidos eran el tradicional Zum Edelweiss de Libertad y
Corrientes, el espléndido Pedemonte de Esmeralda 59 y, para un target
más Campanelli, Il Vero Fechoria de la avenida Córdoba casi Medrano). Una larga
mesa ya había sido reservada, pero Olivera sabía que los ávidos invitados no
respetarían prioridades y quería que yo guardara los lugares principales.
Aquella noche tuvo, sin haber sido
programado, un broche de oro: no recuerdo invitada por quién, pero en el Atlas
y en El Tropezón estuvo Egle Martin, que a los postres convidó a quienes
estábamos cercanos en la mesa a tomar una copa en su casa en la Recoleta.
Eramos unas cinco o seis personas, entre ellas Juanjo, al que se le caían las
babas mirándola, y al llegar su marido, Lalo Palacio, saludó cortésmente y se
fue a dormir, mientras el resto nos quedamos hasta el alba charlando y bebiendo:
gracias al cielo, Egle no se puso a tocar los tambores…
Borges no fue invitada.
Triángulo de cuatro
Argentina,
1974
35mm
/ EastmanColor / 103’ / PM18
EQ CP, CD: Aries
Cinematográfica Argentina [SA]. P: Héctor Olivera. PA: Luis
Osvaldo Repetto. GP: Eva H. [Harguindey] de Cuesta. JP: Arnaldo
Limansky. AP: Mario Faroni. [AYP: Eduardo Quincke]. D: Fernando
Ayala. [DADIC: Héctor Olivera]. AD: Horacio Guisado. AYD: Jorge Gundin. PZ: Juan
Carlos Bonangelino. [MERD: María Adela Nallar]. G: María Luisa
Bemberg. F: Víctor Hugo Caula. [FADIC: Juan Carlos Desanzo – José
Antonio Pizzi]. CM: Marcelo Pais. FQ: Alfredo Cosentino. [ACM:
Julio Sáez]. FF: Alfredo Suárez. JR: Miguel Amengual. [CR:
Alejandro Santa Ana]. [R: Pierino Albergante, Jorge Amengual, Modesto
Angel Diminutto y Andrés Nielsen]. E: Emilio Basaldúa. DC:
Francisco Mascareño. [ADC: Ricardo Tonizza]. [U: Raúl Festa y
Oscar Cantaluppi]. [CPT: Joaquín González]. [JPT: Alonso Merchán]. VF: Manuel Lamarca. MOD:
Delia Cuello. MQ: Blanca Olavego. [MQADIC: Marta Mena, Selva
Chomnalez y Aurora Piccone]. PN: Nélida Aued; las pelucas de Graciela
Borges son de Miguel Romano. [PNADIC: Nereo Crespo, Susana Fernández e
Irene Sabo]. S: Norberto Castronuovo. AS: Daniel Castronuovo. C: Oscar Montauti. AC:
Eduardo López. CNGT: Margarita Bróndolo. M: Sergio Mihanovich. [DO:
Oscar Cardozo Ocampo]. PUB: Daniel Mario López [Daniel López]. EF: Baires [Film SRL] (Don
Torcuato, BA). JEF: Jorge Paracca. LOC: BA
(confitería Rond Point en la avenida Figueroa Alcorta y Tagle, hotel Sheraton,
parque 3 de Febrero en Palermo, Aeroparque Metropolitano Jorge Newbery) y GBA (boîte
Aloha en Don Torcuato) – Uruguay (departamento de Maldonado: Punta del Este). L:
Laboratorios Alex [SACI]. LS: Phonalex [SAIC]. FR: 31.7.1974 al
10.10.1974. LC: 10.4.1975, cines Atlas, Callao, Gran Norte, General Paz,
Rivera Indarte, Cuyo, 25 de Mayo, El Plata, Constitución y Autocine Río de la
Plata + 25.
I&P Thelma Biral (Laura), Federico Luppi
(Felipe Sereda, marido de Laura), Juan José Camero (Martín) / Graciela Borges
(Teresa Prado, “Sandra”) / China Zorrilla (madre de Teresa), Jorge Rivera López
(doctor Miguel, dueño de la empresa) / Perla Santalla (Nelly, esposa de
Miguel), Jorge Martínez (Jimmy) / Nya Quesada (mucama de la clínica), Enrique
Pinti (fotógrafo de la campaña de los cigarrillos Status), Héctor Fernández
Rubio (jefe de Publicidad), Augusto Larreta (ejecutivo que se emborracha), Luis
Mathé (médico doctor Galíndez) / Ante Garmaz (modelo de los cigarrillos Status)
/ Adriana Aterio (niña Marcela Sereda), Olga Bruno (mucama de los Sereda),
Maruja D’Alba (enfermera), Marta Rojas (Mercedes, secretaria de Miguel), Jorge
Pérez Vila (ejecutivo), Osvaldo Cabrera (diariero imaginado por Laura) / na
Gachi Ferrari (recepcionista del aeropuerto [PEL]), Beatriz Sosa (cocinera de
los Sereda [PEL]), Federico Riedel (piloto del avión de Jimmy [PEL]) / aana
Juan Carlos Moracho y Walter Mansilla (fotógrafos en el cóctel), Blanca Olavego
(maquilladora en la sesión de fotos), Nélida Aued (peinadora en la sesión de
fotos), Delia Cuello (modista en la sesión de fotos), Tita Tamames, María Luisa
Bemberg, Alejo Rodríguez Crespo, Silvia Bizzozero de Repetto, Jorge Soriano y
Alberto Barrié (seis invitados en el 2º cóctel).
F&P Ciclo de Cine Argentino, Madrid,
6-21.6.1975 / 50 Best Women’s Made Films, National Film Theater, Londres,
10-19.10.1996, María Luisa Bemberg’s Memorial.
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