miércoles, 12 de marzo de 2025

TEMAS

¡Delincuentes!

“No hay nada que suscite mayor curiosidad en la vida que el espectáculo de la muerte”.
Alexandre Dumas, Le comte de Monte-Cristo (1846).

Crimen: Delito grave. Criminal: Dícese de quien ha cometido o procurado cometer un crimen y de quien lo ha consentido o encubierto. Asesinar: matar con alevosía. Asesino: persona que asesina.

   Desde que existe, el cine se ha nutrido en buena medida de asesinos y criminales, en su gran mayoría de ficción pero también reales, extraídos de las crónicas policiales. Es que, en verdad, son personajes irresistiblemente atractivos: el morbo es una condición humana, como bien lo saben productores y distribuidores que han ganado fortunas explotando el de sus espectadores. Una empresa estadounidense en particular, la Warner Bros., debe buena parte de su prestigio a los films de gangsters de variado pelaje que pautaron su producción de los años 30.

   Ningún criminal extranjero notorio dejó de tener su propio film, abiertamente o con disimulo biográfico. Leslie Hallywell dedicó una entrada de su Filmogoer’s and video viewer’s companion (10ª edición, 1993) a reseñar una serie de títulos que abordan lo que denominó “criminals –real-life ones”. Allí, entre muchos otros, figuran, con uno o más films, celebridades como el conde de Cagliostro, Al Capone, Caryl Chessman, John Wilkes Booth, Jack el Destripador, Landru, Leopold y Loeb, Jesse James, Barbara Graham, Raspútin, los hermanos Kray, Bonnie y Clyde, Dillinger y los retratados por Truman Capote en su libro In cold blood, a los que pueden sumarse algunos otros que Hallywell y su equipo omitieron, como el alemán Peter Kürten y la chilena Catalina de los Ríos y Lisperguer, ambos asumidos coincidentemente en 1953 en sendos films argentinos, El vampiro negro (Román Viñoly Barreto) y La Quintrala (Hugo del Carril). Y también buena parte de la familia Borgia, que en el cine local fue tomada en broma en un vehículo para Olinda Bozán, Lucrecia Borgia (Bayón Herrera, 1947). Mucho más contemporáneo, el narco-criminal colombiano Pablo Escobar Gaviria también tuvo su biografía realizada por el argentino Nicolás Entel en la coproducción argentino-colombo-británica Pecados de mi padre (2008-2009). La cinematografía vernácula ha hecho asimismo una buena cantidad de films sobre delincuentes reales, que son los que interesan en este texto, y que son desplegados en distintas categorías.

1. Asesinos por naturaleza

Por orden de entrada en pantalla, están los asesinos puros y duros, “civiles”, rescatados de las páginas de los diarios y relatados al espectador tanto en ficciones cuanto en documentales. Una búsqueda más o menos exhaustiva registra los siguientes films.

El crimen de la calle Suipacha (NN, 1916) fue históricamente el primero y reconoce como factotum a un popular cronista de Policiales de la época, Carlos S. Costa, quien se puso frente a la cámara para narrar –mediante leyendas, puesto que el film era mudo– las alternativas del asesinato del millonario Pastor Castillo en su casa de la calle Suipacha 836, ocurrido en mayo 1901.

• El crimen del concejal Carlos Ray, que resultó impune, fue reflejado nada menos que en cuatro films: los contemporáneos El crimen de Vicente López (1926) y María Poey de Canelo (1927), ambos dirigidos por Ricardo Villarán, y los posteriores Edición extra (Moglia Barth, 1949) y Los acusados (Antonio Cunill, 1959).

El horrendo crimen de la calle Bustamante (Julio Raúl Alsina, 1929), probablemente un documental editado a partir del noticiario Actualidades Argentinas que producía una vez por semana la empresa de Alsina, Rapid Film: recoge el brutal asesinato y posterior descuartizamiento del cuerpo de Virginia Donatelli, cuyos restos fueron apareciendo de a poco para deleite de los lectores de los vespertinos que ponían el acento en esos asuntos, como Crítica y La Razón.

• El secuestro (octubre 1931), asesinato y aparición del cadáver (febrero 1933) del joven Abel Ayerza por un clan familiar de mafiosos rosarinos fue registrado en tres films, el mediometraje Bajo las garras de la maffia (Hugo Anselmi, 1933) y los largos ¡Asesinos! (J. García Silva, 1933) y La maffia (Leopoldo Torre Nilsson, 1971).

Pasajeros de una pesadilla (Fernando Ayala, 1984) reconstruye mediante nombres de fantasía la historia real del asesinato de un matrimonio a manos de dos de sus hijos, Pablo y Sergio Schoklender, quienes purgaron varios años de cárcel por ello.

• Ramón Valdez Cora era un malviviente que en los años 30 fue utilizado principalmente por políticos con el fin de que se encargara de sus asuntos sucios. Su crimen más resonante lo cometió el 18.6.1935 en el mismísimo recinto de la Cámara de Senadores del Congreso Nacional, a la vista de todos los presentes y sin ocultarse: debía matar a Lisandro de la Torre pero en el camino se interpuso Enzo Bordabehere, que terminó siendo la víctima. El suceso fue retratado en dos films, de manera episódica en Fin de fiesta (Torre Nilsson, 1959) –tanto que Valdez Cora fue personificado por un extra– y centralmente en Asesinato en el Senado de la Nación (Juan José Jusid, 1984), que permitió a Miguel Angel Solá una de sus mejores interpretaciones.

Asesinato en el Senado de la Nación: Miguel Angel Solá

La malavida (Hugo Fregonese, 1972) tiene como trasfondo el sonado escándalo de la organización Zwi Migdal, integrada por decenas de personas de religión judía, que en 1930 destapó un extendido asunto de trata de blancas, extorsiones, secuestros y asesinatos.

El Pibe Cabeza (Torre Nilsson, 1974) es una biografía libre del delincuente Rogelio Gordillo, alias Roberto Gordillo, Rogelio Góez, Rogelio Gómez y el Pibe Cabeza (1910-1937), al que Alfredo Alcón le puso el cuerpo.

Carlos Monzón –El segundo juicio– (Gabriel Arbós, 1995) reconstruye las instancias del juicio que condenó al famoso boxeador, animado por José Luis Alfonzo, tras asesinar a su mujer más reciente.

Campo de sangre –Un hecho real– (Arbós, 1998) dramatiza un crimen perpetrado en 1969 en La Pampa por un militar que asesinó a su esposa para poder disfrutar a su joven amante sin reclamos, molestias o celos.

Plata quemada (Marcelo Piñeyro, 1999) recrea el asalto a un banco suburbano en 1965 por una banda de delincuentes que, perseguida, huye hasta caer en Montevideo tras un día entero de resistir a balazos y con varios muertos como saldo.

                 Plata quemada: Eduardo Noriega, Pablo Echarri y Leonardo Sbaraglia

La fuga (Eduardo Mignogna, 2000) alude a la que tuvo lugar el 17.4.1928, por la mañana, de un grupo de quince presidiarios que purgaban pena en la Penitenciaría Nacional de la avenida Las Heras, en Buenos Aires: esa fuga ya había servido parcialmente para Apenas un delincuente (Fregonese, 1948).

Cruz de sal (Jaime Lozano, 2003) y Mar de fondo (Oriana Castro, 2023) asumen el caso de un serial killer marplatense especializado en prostitutas, conocido como “el loco de la ruta”.

El boliche de la gorda (Horacio Figueroa, 2003), producción regional santafesina grabada en video y basada sobre un hecho que sucedió en 1916 en un bar ubicado entre las ciudades de Tostado y Córdoba atendido por una pareja de inmigrantes alemanes que ahorraban dinero para traer a sus parientes de Europa: su “boliche” era punto de encuentro y lugar de paso de bandidos rurales.

• Casi un siglo se demoró para tratar un caso ocurrido en la Argentina y revelado en 1912 que pedía a gritos una versión cinematográfica que terminó siendo producida por españoles. Cayetano Santos Godino, alias el Petiso Orejudo, fue un asesino tan sanguinario que la sola lectura de la manera en que ultimaba niños, según se la reveló al juez de la causa, provoca escalofríos. El film en cuestión es El niño de barro (Jorge Algora, 2006), coproducción hispano-argentina que cuenta su trayectoria criminal (notable Abel Ayala) a través de un niño (Juan Ciancio) que sufre “visiones” ante cada asesinato. Pero mucho antes, la cartelera de algunos diarios porteños registra a partir del domingo 8.12.1912 la exhibición, en el teatro-cine Nacional (el de Santa Fe y Callao, también mencionado como “Nacional Norte”), de un film indistintamente titulado El estrangulador de niños, El estrangulador Santos Godino, El hombre bestia o Santos Godino, “película tomada con permiso especial de la policía, exclusiva para este salón”, aclaración que permite intuir que no se trataba de una ficción sino de imágenes documentales que mostraban al asesino en prisión, tomadas “en caliente”. Como sea, el film, de breve duración como todas las “actualidades” de aquellos años, permaneció en cartelera durante varios días en el Nacional, sumándose desde el martes 10 el Lavalle. En Eva Perón (Juan Carlos Desanzo, 1996), la heroína le confiesa a su amigo Paco Jamandreu: “Dicen que soy una puta porque me levanté a Magaldi para irme de Junín… Yo me hubiera levantado al mismísimo Petiso Orejudo con tal de salir de allí”.

Felicitas (Teresa Costantini, 2008) recuerda a Felicitas Antonia Guadalupe Guerrero y Cueto (en la piel de Sabrina Garciarena), señorita de la llamada “alta” sociedad de la segunda mitad del siglo XIX, que a sus 24 años se encontraba en estado de viudez de Martín Gregorio de Alzaga e inició un romance con Enrique Ocampo, a quien dejó por otro pretendiente, provocando la ira de Ocampo, quien le disparó dos balazos por los que la víctima falleció el 20.1.1872.

El clan (Pablo Trapero, 2014) refiere el periplo criminal de una familia entera, de apellido Puccio, que secuestraba personas para pedir rescate pero no dudaba en matarlas si algo salía mal.

• Otro criminal con todas las letras fue Carlos Robledo Puch, quien entre 1971 y 1972, a sus 19-20 años, cometió 11 homicidios, 17 robos y 2 violaciones antes de ser capturado y condenado a reclusión perpetua: la prensa lo apodó “el ángel de la muerte” debido a su baby face y el lugar común periodístico lo condenó a ser “el mayor asesino serial de la historia argentina”. Un primer guión sobre el asunto fue escrito por Carlos F. Borcosque, Carlos Borsani y Enriqueta Bullrich con el título “Alias Jimmy, por estado de abandono, de amor y de violencia”, proyecto anunciado por Borcosque en 1978 que no pudo ser filmado porque la intervención militar en el INC le negó el crédito solicitado. Cuando Robledo Puch aún continua preso fue filmado El ángel (Luis Ortega, 2017), con Lorenzo Ferro en ese personaje. [Continuará]

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