PERFILES
Fisner, esa rara avis
“La amistad es una noble y humilde cenicienta, acostumbrada a las
privaciones. […]Hay sentimientos que no precisan de actosque los confirmen y diríase que la amistad es uno de ellos”.Adolfo Bioy Casares, El sueño de los héroes (1954).
Hoy,
cuando cada film producido en el mundo suma un ejército de productores,
productores ejecutivos, co-productores, co-productores ejecutivos, productores
asociados y productores delegados, el rol del jefe de producción ha perdido
estatus. Sin embargo, en cualquier época es una persona-clave, presente desde
la preproducción hasta la posproducción, solucionando durante el rodaje todos
los pequeños o grandes problemas que se presentan en el día-a-día, soportando
el cambiante humor de sus superiores, recibiendo airados reclamos del director
de turno y aguantando estoicamente los diversos niveles de ego de los actores.
(Una anécdota ilustrativa, entre tantas: el jefe de producción Ricardo Feliú
intervino desde la preproducción hasta cumplidas las dos primeras semanas del
rodaje de Las locuras del extraterrestre
(1988), tras lo cual abandonó el trabajo, harto del maltrato del director
Carlos Galettini: antes de retirarse en su automóvil, Feliú le dijo: “¿Qué,
pensás mostrar esta chatarra en el Festival de Cannes?”). Debe lidiar, además,
con proveedores variados y ser muy gentil con aquellas personas que facilitan
gratis una localización específica (una casa, un restaurante, un club, un hotel,
una pizzería).
Algunos de los jefes de producción del cine
industrial clásico se caracterizaban por su falta de escrúpulos a la hora de
rendir cuentas, quedándose con demasiados vueltos y facturando con el debido
“retorno”. Otros (Julio Godoy y Jorge Velasco, por dar un par de ejemplos
asimismo clásicos) se caracterizaban por sus aceitadas relaciones con
estamentos policiales y militares y solían ser muy serviciales para con sus
autoridades. Muy pocos saltaron de su puesto específico a la dirección: Enrique
Martinent, Juan Sires, Adalberto Páez Arenas, Edgardo Togni, Francis Lauric,
Carlos Stevani, Francisco Tarantini, Ricardo Suñez, Miguel Torrado, Guillermo
Fernández, Lita Stantic, Marcelo Piñeyro y Jorge Rocca. Por su parte, Carlos
Rinaldi y Kurt Land eran compaginadores y ocasionalmente se desempeñaron como
jefes de producción antes de dirigir. Héctor Olivera, en tanto, ya había
escalado de asistente a productor cuando dirigió su primer film. Pero Fisner
era otra cosa, en verdad una rara avis
en su profesión, ya que la primera consideración en su torno es su honestidad,
mérito al que no eran ajenos su cultura, su vasta experiencia y su bajo perfil.
Río Hondo, junio
1969, conferencia de prensa en un festivalito regional:
Erica Wallner,
María Aurelia Bisutti y, pispeando mis apuntes, Juan Carlos
Formado en el cineclubismo, Juan Carlos Fisner Musante (Buenos Aires, 15.1.1934 / 25.1.2023) llegó a ser directivo de la Cinemateca Argentina y, por lo tanto, un auténtico degustador de buen cine. Como casi todo cinéfilo, disfrutó, en su niñez y adolescencia, estimulantes maratones de tres films y un capítulo de alguna serial en las salas del barrio en el que se crió, Barracas, como el Social y el Select Barracas (a una cuadra de distancia sobre la avenida Montes de Oca), alternándolos con el vecino Gran Sud de Constitución y, cruzando el Riachuelo, con el Colonial y el Roca de Avellaneda. Trampeando su verdadera de edad, era menor de 18 cuando se hizo socio de Gente de Cine, el mítico club que lideraba Roland, quien –como hizo con muchos otros jóvenes entusiastas– no sólo alentó su pasión por las imagenes sino que, descubriéndole aptitudes, le abrió las páginas de la revista que publicaba la entidad que años después devino la Cinemateca Argentina. También fue secretario del Jurado Oficial de la 3ª edición (1961) del Festival marplatense y colaborador de las entradas de cineastas argentinos en el canónico Filmlexicon degli Autori e delle Opere, entre otras actividades.
Sin embargo, el periodismo y la crítica no
parecían encajar en su destino. Asomó en cambio a la producción en calidad de
secretario de Producciones Angel SRL, cuyos socios principales eran Néstor Gaffet
y Torre Nilsson, a quienes siguió ligado durante varios años. Era una época,
aquella de fines de los 50 y comienzos de los 60, en la que hizo eclosión la
mítica Generación del 60, de la que sólo se suele recordar a los directores en
desmedro de actores, productores, técnicos y colaboradores diversos, entre
ellos Juan Carlos, cuya intervención salvó de la incertidumbre a varios
cortometrajes de aquellos realizadores tan jóvenes como él mismo. Aprendió el
oficio con el veterano Juancho Sires y trabajó con colegas del prestigio de
Marcelo Simonetti, Carlos Alberto Parrilla, Isidro Miguel y Guillermo Smith.
De a poco se hizo fama de profesional no
sólo honesto sino cumplidor y eficiente: siempre en equipos de producción, fue
alternativamente acreditado como secretario (SCP), jefe (JP), asistente (AP),
ejecutivo (PE), administrador (ADMP), director (DP), coordinador (COORP),
asesor (ASEP), delegado (PD) o asociado (PA), alcanzado el rango máximo de productor
(P) en sólo dos films, La clínica loca
y Cicatrices, producción santafesina
esta última, con cuyos cineastas locales mantuvo una estrecha vinculación
profesional y amistosa. Fue socio de Producciones Imágenes con los Fernández
Jurado (Pupi y Beba), de Maia Producciones & Asociados con Carlos Orgambide
y de Wildlife Films SRL, que hizo los servicios de producción de un film de
Herzog rodado en la Argentina. Los agradecimientos de muchos films lo incluyen:
era un referente, y los jóvenes cineastas siglo XXI acudían a su sabiduría.
Hombre de cine a tiempo completo, abordó
asimismo el film publicitario así como el complejo, competitivo mundo de la
distribución, habiendo sido socio de Juancho Jusid y el Gordo Miguel en
Siluetas SRL y en Perfil Cinematográfica SRL, y en forma unipersonal en una
“empresa” denominada Juan Carlos Fisner, que también distribuía DVD’s. Aunque
en algunas oportunidades amagó, nunca logró convertirse en director, un anhelo
siempre postergado menos por su segura capacidad que por los vaivenes de todo
proyecto: sólo realizó un corto, Educación
vial (1969), producción de Fisner & Asociados a cuenta de la Municipalidad
de la Ciudad de Buenos Aires para la serie “Semana de Buenos Aires”. También se
ha hecho tiempo para rescatar films perdidos, como por ejemplo una copia de La bestia humana (Daniel Tinayre, 1954),
que encontró en el depósito de una distribuidora montevideana. Y para
ser generoso: sabiendo de mi cinefilia, en distintos momentos me regaló sendas
copias en DVD de las coproducciones ítalo-argentinas Emigrantes (Aldo Fabrizi, 1948) y La rivincita d’Ivanhoe (Amerigo Anton, 1964), ésta aquí nunca
estrenada.
Uno de sus hijos, Martín, siguió sus pasos
pero en equipos de cámara y fotografía. Juan Carlos superó una intervención
quirúrgica “peluda” (como hubiera calificado Tito Vena) y vivía con María
Cristina, su mujer, en un octavo piso del barrio de Congreso: en abril 2022,
ambos sorprendieron a sus amigos anunciando su boda, de la que su otro hijo,
Julio, fue el padrino. Su velatorio fue el más original al que haya asistido:
tal parece que dejó bien en claro que no quería lamentos, sino una especie de
fiesta, por lo que allí había música, bebidas, algo para picar y una mayoría de
concurrencia juvenil, amigos de sus hijos; también, para mi sorpresa,
fotocopias de una primera versión de este texto que originariamente escribí
sólo para él.
Siempre fue un tipo macanudo. Extraño
nuestros encuentros en algún café del Congreso. Para charlar de cine, claro
está.
FILMOGRAFIA
Fin de fiesta (Leopoldo
Torre Nilsson, 1959: SCP), Diario (Juan
Berend, 1959, corto: JP), Un guapo del
900 (Torre Nilsson, 1960: SCP), Imágenes
del pasado (Guillermo Fernández Jurado, 1960, corto: JP), Prisioneros de una noche (David José Kohon,
1960: SCP), La mano en la trampa
(Torre Nilsson, A/E, 1960: SCP), Piel de
verano (Torre Nilsson, 1961: AP), El
cartero (Paulina Fernández Jurado, 1961, corto: JP), La cifra impar (Manuel Antín, 1961: AP), Dar la cara (José A. Martínez Suárez, 1961: sólo una aparición
amistosa no acreditada –AANA– en la secuencia filmada en el vestíbulo del
cine), El televisor (Guillermo Fernández
Jurado, 1961-1962: PE), De los
abandonados (Mabel Itzcovich, 1962, corto: JP), Los inconstantes (Rodolfo Kuhn, 1962: AP y AANA como “parroquiano
en El Chivo Negro”), Lucía (Dick
Ross, EEUU, 1993, filmado en la Argentina: AP), José (Enrique Raab, 1963, corto: JP), Soy de aquí (Itzcovich, 1963, corto: JP), Tinya (Guillermo Fernández Jurado, 1963, corto: JP), Paula cautiva (Fernando Ayala, 1963:
AP), Carlitos (Carlos Orgambide,
1964, corto: JP), Noche terrible / ABC do
amor / El ABC del amor (A/BR/CHI, 1966: AP del episodio argentino, Noche terrible, Kuhn), El proyecto (Juan José Stagnaro, 1966,
inconcluso: JP), Somos los mejores! (Federico
Padilla, 1968: JP y AANA como “joven de anteojos reanimando a doña Etelvina”
[Jorge Luz]), Educación vial (1969,
corto: P, D y G), Una mujer… un pueblo
(Carlos Luis Serrano, 1970: JP), Il
giovane Garibaldi / La jeuneusse de Garibaldi / ¿? (Franco Rossi, I/F/RFA,
1972, miniserie televisiva parcialmente filmada en 16mm en la Argentina: JP), Quebracho (Ricardo Wulicher, 1973: JP
NA, sólo en la preproducción), La Mary
(Daniel Tinayre, 1974: ADMP), Los gauchos
judíos (Juan José Jusid, 1974-1975: JP), Adiós Sui Generis (Bebe Kamin, 1975: JP), Piedra Libre (Torre Nilsson, 1975: JP), No toquen a la nena (Jusid, 1976: DP NA, únicamente en la
preproducción), El señor Lanari (Aldo
Pastur, 1979, corto: ASEP), Pubis
angelical (Raúl de la Torre, 1982: JP), El
poder de la censura (Emilio Vieyra, 1984: DP y AANA como “parroquiano en el
bar” y como “transeúnte que grita «¡justicia!»”), Se acabó el curro / Compre antes que se acabe (Carlos Galettini,
A/PE, 1984: JP sólo para el rodaje en la Argentina), El caso Matías (Aníbal Di Salvo, 1984: PE), Tango Bar (Marcos Zurinaga, PR/A, 1986-1987: COORP), La clínica loca –Para ellos, ellas y… los
otros– (Vieyra, 1988: P), Nadie nada
nunca (Raúl Beceyro, 1988: ASEP), El
acompañamiento (Orgambide, 1988: JCF era socio de la compañía productora,
aunque no se acreditó en ningún rubro), Schrei
aus stein / Le cri de la roche / Scream of stone (Werner Herzog, AL/F/CAN,
1990, filmado en la Argentina: JCF era socio de la empresa que brindó los
servicios de producción, aunque no figura en los créditos), Golpes a
mi puerta (Alejandro Saderman, VEN/CU/A/GB, 1992: PD), El amante de las películas mudas (Pablo
Torre, 1993: AP), El día que Maradona
conoció a Gardel –Una fábula de héroes– (Rodolfo Pagliere, 1995: JCF figura
acreditado en el rubro “archivo”), Carlos
Monzón –El segundo juicio– (Gabriel Arbós, 1995: DP), Quereme así –Piantao– (Eliseo Alvarez, 1996: “archivo”), Cicatrices (Patricio Coll, 1997: P), Ojos (Jesús Braceras, 2003: JP), La demolición (Marcelo Mangone, 2004:
PA), Penumbra (Adrián García Bogliano
y Ramiro García Bogliano, 2010: COORP), Pies
en la tierra (Mario Pedernera, 2010-2011: ADMP), Tuya (Edgardo González Amer, 2014: PA), Delicia (Mangone, 2016: ADMP y COORPP).
En el rubro Distribución, vale comentar que siempre puso el acento sobre el cine nacional, sin olvidar que, como el negocio comercial que es, no les hizo ascos a las comedias eróticas italianas o a las aventuras trepidantes de la más pura serie B. Sin embargo, entre unos y otros hizo conocer a los espectadores argentinos títulos de calidad firmados, entre otros, por el español José Luis Garci (Las verdes praderas, 1979: Un cambio de vida), el alemán Peter Schamoni (Potato Fritz, 1976: La trampa de Montana), el británico Peter Brook (Meetings with remarkable men, 1978: Encuentro con hombres notables) y el español Fernando Trueba (Sé infiel y no mires con quién, 1985: idem).
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