DEMOLICIONES
De heroínas a villanas
“…esa congregación
de ancianas empolvadas que lo amenazaban con un análisis de sangre”.Edgardo
Cozarinsky, La huida, en Huérfanos (2017).
Son
escasos los largometrajes dedicados a exaltar a delincuentes militantes
comunes, “cuadros” menores dentro de sus respectivas organizaciones
militarizadas, “perejiles” en una traducción popular, carne de cañón como
finalmente resultó la mayor parte de ellos. Aunque tangencial, un ejemplo lo
ofrece Laura Estela Carlotto Barnes (1955-1978) en sendos largometrajes en
realidad dedicados a su madre pero en los que ella tiene un justificado
protagonismo puesto que esa madre no hubiera merecido film alguno si no fuera
por las actividades non sanctas de su
hija. La señorita Carlotto Barnes inició su “carrera” en el grupo Evita
Montonera, subsección de Montoneros, pero muy pronto tomó las armas y según
diversos testimonios periodísticos las utilizó con frecuencia. Su nome de guerre era “Rita”, fue secuestrada
en noviembre 1977, estando en cautiverio tuvo un hijo y de inmediato fue
asesinada por la banda de los militares, aunque en su caso no fue una
“desaparecida” (o al menos lo fue brevemente) puesto que su cuerpo fue
entregado a la familia y debidamente sepultado.
Su primera aparición en un film industrial
se registra en El despertar de “L”
(Poli Nardi, 1999-2000), cuyo argumento, del director mismo, está basado sobre
personas reales: por un lado, ofrece rastros explícitos del hijo y la nuera del
poeta Juan Gelman (1930-2014) e implícitos de Carlotto Barnes, como que el
personaje se llama “Laura” (Laura Pons Vidal es la actriz que la personifica) en
tanto “Estela” es su madre y “Ricardo” un hermano de Estela, personajes
interpretados por Cristina Banegas e Ignacio Ricci.
La misma triste historia, la de una madre
buscando primero a su hija y luego a su nieto, fue reiterada en otros dos
largometrajes, el video documental Estela
y la ficción Verdades verdaderas.
Esas búsquedas resultaron cruciales para Enriqueta
Estela Barnes (Buenos Aires, 22.10.1930), quien con otras mujeres en su
mismo peregrinar conformó Abuelas de Plaza de Mayo, organización no
gubernamental de la que pronto se erigió en su presidenta y que, al igual que
Madres de Plaza de Mayo, fue “chupada” –por utilizar la horrible jerga de
aquellos años de plomo– por el gobierno presidido por Néstor Kirchner
(2003-2007) con fines proselitistas y mediante la contraprestación de
suculentos subsidios, que la señora Barnes agradeció mucho más allá de lo
razonable convirtiéndose en una obsecuente aplaudidora desde la primera fila de
los actos oficiales de Kirchner y de su sucesora esposa Elisabet Fernández,
Presidente argentina por los dos siguientes períodos, y demostrando además ser
una cínica ávida de poder y afán de protagonismo, todo lo cual llevó a un
diputado de la oposición a preguntarse (en 2021) desde su banca: “¿En qué te
has convertido, Estela?”.
Pero si Estela
es estándar y realmente aburrido, Verdades
verdaderas fue la versión “oficial” de madre e hija, hecha en fílmico, en
coproducción argentino-hispano-venezolana para la que fue menester la
asociación de trece (13) compañías productoras, todas ellas muy ligadas al
gobierno (excepto la española: los españoles, se sabe, coproducen cualquier
cosa que se les proponga) y con el “apoyo”, esto es, subsidios, de, entre
otros, nada menos que el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía de la
Revolución Bolivariana de Venezuela, país que en aquellos tiempos mantenía relaciones
carnales con el gobierno argentino. Por si no bastara, otro de esos “apoyos”
fue de Moviecity, que los créditos del film mismo informan que es una “marca de
Latin American Pay Television Service, una sociedad conformada por Twentieth
Century Fox, Paramount Pictures y Metro-Goldwyn-Mayer”, todo ello muy de
izquierdas y muy revolucionario, claro está. Detesto el imperialismo yanqui,
excepto cuando me provee algunos dólares…
Susú Pecoraro en Verdades verdaderas
Tanto el guión de Silvia Di Florio, Walter Goobar y Graciela Maglie para Estela cuanto el que firman María Laura Gargarella y Jorge Maestro para Verdades verdaderas omiten cuidadosa, sistemáticamente ocuparse de los crímenes perpetrados por la señorita Carlotto, prefiriendo, en cambio, ofrecer una visión idealizada, heroica y edulcorada. Faltaba más. “La adulación no emana nunca de las almas grandes, sino que es patrimonio de los espíritus pequeños que logran empequeñecerse aún más para entrar mejor en la esfera vital de la persona en torno a la cual gravitan. La adulación presupone un interés” (Balzac, Eugénie Grandet).
Que la presidenta de Abuelas de Plaza de
Mayo fuera protagonista no de uno sino de tres films es algo que debe haber
puesto el pañuelo de punta a su archienemiga la presidenta de Madres de Plaza
de Mayo, a quien nunca se le dedicó un film: en algún momento de sus
respectivas luchas establecieron una rivalidad absurda, producto de cual de
ambas le succionaba mejor las medias a sus patrones. María Hebe Pastor Bogetti (Ensenada, Buenos Aires, 4.12.1928 /
20.11.2022) y su esposo, el señor Bonafini, sufrieron la pérdida de nada menos
que dos de sus tres hijos, Jorge Omar (1950-1977) y Raúl Alfredo (1953-1977),
además de la esposa del mayor, todos ellos activos militantes del Partido
Comunista Marxista Leninista, cuyo estatus legal continúa siendo el de
“desaparecidos”. Ama de casa convencional, Pastor fue madre a los 19 años y
tras el secuestro de Jorge Omar en enero 1977 participó de la primera ronda
(30.4.1977) del grupo de mujeres que desde agosto siguiente, cuando se
constituyó en una Asociación Civil, sería mundialmente conocido y respetado
como Madres de Plaza de Mayo, del que Pastor fue su presidenta durante
demasiados años.
Todos
son mis hijos
Así como el personaje de Stevenson, había un Jekyll y un Hyde en la personalidad de Pastor. El primero pertenece al siglo XX, una mujer valiente, audaz, perseverante, inquebrantable en su lucha por conocer el destino de sus hijos y los de tantas otras madres. Con algunas de éstas tuvo muy pronto serias discrepancias, lo que obligó a una parte de ellas a separarse y conformar Madres de Plaza de Mayo–Línea Fundadora, que, por supuesto y agravando la desesperación de Pastor, tuvo su propio film (Madres, Eduardo Walger, 2005-2006). Ambas agrupaciones fueron cooptadas por Kirchner-Fernández, a quienes les resultaban convenientes para su falsa, interesada adscripción a la causa de los derechos humanos de algunos, los “nuestros”: los otros, que se jodan. El señor Hyde, en cambio, terminó de revelarse en el siglo XXI, deviniendo la pop star del gremio y una usina de vomitar, cada jueves y en cuanta otra ocasión se le brindara, agravios, rencores, puteadas, discriminaciones, acusaciones y delaciones. Odio, en fin.
Hubo demasiados delincuentes alrededor de
Pastor: sus hijos, su nuera y hasta ella misma tras su fatídica asociación con
los ajaim Schoklender, quienes ya lo
eran de larga data luego de haber asesinado a sus padres. Tras su
incorporación, la Asociación Civil Madres de Plaza de Mayo, demostrando una
total impunidad, devino una empresa multiservicios, cuyas actividades
comerciales (educacionales, inmobiliarias, radiofónicas, televisivas,
editoriales, audiovisuales, aeronáuticas y gastronómicas) eran canalizadas a
través de su subsidiaria, la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Una de esas
actividades, la inmobiliaria, mereció un video institucional de largometraje
titulado Sueños compartidos,
denominación que en su origen aludía a un emprendimiento realizado con fondos
del Estado y con falsos aires de romanticismo social pero que terminó
inconcluso y como sinónimo de corrupción, fraude y estafa cuyas consecuencias
castigaron sólo a los Schocklender en tanto la responsable principal, aunque
procesada, logró fallecer sin juicio ni condena. El video es en sí mismo otro
emprendimiento comercial que, como el que registra, casi nadie pudo disfrutar,
puesto que no fue estrenado en cines –¡ni siquiera en el Gaumont!– ni emitido
por TV ni puesto en la plataforma de Cine.Ar ni está en YouTube, sitio que no
le hace ascos a casi nada. Tal vez quien mejor definió la trayectoria de Pastor
fue el periodista y escritor Jorge Fernández Díaz: “Fascista de izquierda”, le
dijo.
[Personajes por la fuerza secundarios en la
galaxia estelar de ambas presidentas, otras de sus integrantes brindaron su
testimonio en varios films, pero sólo dos de ellas merecieron films propios. Nora Irma Morales (1930-2024),
“Norita”, fue la cara visible de la Asociación Madres de Plaza de Mayo–Línea
Fundadora. Aparte de aparecer en el ya mencionado Madres, hubo dos largometrajes que la tuvieron como protagonista: Norita
–Nora Cortiñas– (Miguel Mirra, 2012) y Norita (Jayson McNamara y Andrea Tortonese, A/EEUU,
2017-2023). María Isabel Chorobik García (1923-2018), a la que todos
llamaban “Chicha”, ofreció su testimonio en Botín
de guerra (David Blaustein, A/E, 1999) y fue retratada en el corto Chicha (Lorena García, 2005) y en el
mediometraje Chicha –Esperanza y dolor–
(Rosa Teichmann y Guillermo Kancepolsky, 2008)].
FILMOGRAFIAS
Enriqueta
Estela Barnes (en todos aparece ofreciendo su testimonio): Invocación (Héctor Faver, E, 1999), Dónde está Miguel (Pablo Torello y Jorge Jaunarena, 2000, MM), 4867-1212 Abuelas (Alex Tossenberger y
Daniel Carbone, 2002, nunca terminado), Nietos
–Identidad y memoria–
(Benjamín Avila, 2002-2003), A cielo
abierto –Crónica del bombardeo a Plaza de Mayo– (Pablo Torello,
2004, MM), Una historia de todos
(Jorge Abeledo, 2005, MM), Historias de
aparecidos –La historia completa de las playas del silencio– (Pablo
Torello, 2005), El país de nomeacuerdo
(Guille Mealla, E, 2006), Noi che siamo
ancora vive / Nosotras que todavía estamos vivas (Daniele Cini, I/A,
2006-2008, telefilm), Matar a Videla
(Nicolás Capelli, 2006-2008), ¿Quién soy
yo? / What am I? (Estela Bravo, A/GB/EEUU, 2007), The disappeared (Peter Sanders, EEUU, 2007), Victoria (Adrián Jaime, 2007), Estela
(Silvia Di Florio, 2008), Verdades
verdaderas –La vida de Estela– (Nicolás Gil Lavedra, A/E/VEN, 2011), Túpac Amaru, algo está cambiando (Magalí Buj y Federico Palumbo, 2011), El símbolo y el cuate (Francesc Relea,
E, 2013), The search (Melina Tupa, EEUU,
2015, corto), Los felices (Sabrina
Farji, 2016), Una de nosotras
(Soledad Castro Lazaroff, U/BR/A, 2017), Abuelas
(Cristian Arriaga, 2019) y Traslados
(Nicolás Gil Lavedra, 2023). El sitio virtual IMDb ofrece tres diversas
entradas para la misma señora Barnes (Estela de Carlotto, Estela Carlotto y
Estella de Carlotto): curiosamente, las tres omiten sus dos shows unipersonales, esto es, Estela y Verdades verdaderas.
María
Hebe Pastor Bogetti (ofreciendo su testimonio o siendo
aludida): Cuarentena –Exil und rückkher–
(Carlos Echeverría, RFA, 1983), Todo es
ausencia (Rodolfo Kuhn, E, 1983-1984, telefilm), Octubre a octubre (Victor Olivier y Mauricio Rubinstein, HOL,
1983-1984), Las Madres –The Mothers of
Plaza de Mayo– (Susana Muñoz y Lourdes Portillo, EEUU, 1984), No al punto final (Jorge Denti, 1986,
corto), Terre d’Avellaneda (Daniele
Incalcaterra, F/AL/I/GB, 1995, en el que HP figura como una de los
testimoniantes, aunque en realidad aparece sólo en imágenes de archivo), Che: muerte de la utopía? (Fernando
Birri, A/AL, 1997, aludida en un intertítulo que dice “Hebe Bonafini, madre de
desaparecidos” impreso sobre un material de archivo), Invocación (Héctor Faver, E, 1999), El país de no me acuerdo (Cándida
Beltrán [Eduardo Montes-Bradley], 2005, corto), Sueños compartidos (Edgardo Cabeza, 2007), Es más vida (Amalia Robalino y Johanna García Ruiz, ECU, 2007), Nous autres du Bauen (Didier Zyserman,
F, 2009), El desacuerdo (María
Bagnat, E, 2009), Todos son mis hijos
(Ricardo Soto Uribe, 2014-2017) y Memorias
del exilio (María Bagnat, E, 2020).
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