martes, 18 de marzo de 2025

DEMOLICIONES

De heroínas a villanas

“…esa congregación de ancianas empolvadas que lo amenazaban con un análisis de sangre”.
Edgardo Cozarinsky, La huida, en Huérfanos (2017).

Son escasos los largometrajes dedicados a exaltar a delincuentes militantes comunes, “cuadros” menores dentro de sus respectivas organizaciones militarizadas, “perejiles” en una traducción popular, carne de cañón como finalmente resultó la mayor parte de ellos. Aunque tangencial, un ejemplo lo ofrece Laura Estela Carlotto Barnes (1955-1978) en sendos largometrajes en realidad dedicados a su madre pero en los que ella tiene un justificado protagonismo puesto que esa madre no hubiera merecido film alguno si no fuera por las actividades non sanctas de su hija. La señorita Carlotto Barnes inició su “carrera” en el grupo Evita Montonera, subsección de Montoneros, pero muy pronto tomó las armas y según diversos testimonios periodísticos las utilizó con frecuencia. Su nome de guerre era “Rita”, fue secuestrada en noviembre 1977, estando en cautiverio tuvo un hijo y de inmediato fue asesinada por la banda de los militares, aunque en su caso no fue una “desaparecida” (o al menos lo fue brevemente) puesto que su cuerpo fue entregado a la familia y debidamente sepultado.

   Su primera aparición en un film industrial se registra en El despertar de “L” (Poli Nardi, 1999-2000), cuyo argumento, del director mismo, está basado sobre personas reales: por un lado, ofrece rastros explícitos del hijo y la nuera del poeta Juan Gelman (1930-2014) e implícitos de Carlotto Barnes, como que el personaje se llama “Laura” (Laura Pons Vidal es la actriz que la personifica) en tanto “Estela” es su madre y “Ricardo” un hermano de Estela, personajes interpretados por Cristina Banegas e Ignacio Ricci.

   La misma triste historia, la de una madre buscando primero a su hija y luego a su nieto, fue reiterada en otros dos largometrajes, el video documental Estela y la ficción Verdades verdaderas. Esas búsquedas resultaron cruciales para Enriqueta Estela Barnes (Buenos Aires, 22.10.1930), quien con otras mujeres en su mismo peregrinar conformó Abuelas de Plaza de Mayo, organización no gubernamental de la que pronto se erigió en su presidenta y que, al igual que Madres de Plaza de Mayo, fue “chupada” –por utilizar la horrible jerga de aquellos años de plomo– por el gobierno presidido por Néstor Kirchner (2003-2007) con fines proselitistas y mediante la contraprestación de suculentos subsidios, que la señora Barnes agradeció mucho más allá de lo razonable convirtiéndose en una obsecuente aplaudidora desde la primera fila de los actos oficiales de Kirchner y de su sucesora esposa Elisabet Fernández, Presidente argentina por los dos siguientes períodos, y demostrando además ser una cínica ávida de poder y afán de protagonismo, todo lo cual llevó a un diputado de la oposición a preguntarse (en 2021) desde su banca: “¿En qué te has convertido, Estela?”.

   Pero si Estela es estándar y realmente aburrido, Verdades verdaderas fue la versión “oficial” de madre e hija, hecha en fílmico, en coproducción argentino-hispano-venezolana para la que fue menester la asociación de trece (13) compañías productoras, todas ellas muy ligadas al gobierno (excepto la española: los españoles, se sabe, coproducen cualquier cosa que se les proponga) y con el “apoyo”, esto es, subsidios, de, entre otros, nada menos que el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía de la Revolución Bolivariana de Venezuela, país que en aquellos tiempos mantenía relaciones carnales con el gobierno argentino. Por si no bastara, otro de esos “apoyos” fue de Moviecity, que los créditos del film mismo informan que es una “marca de Latin American Pay Television Service, una sociedad conformada por Twentieth Century Fox, Paramount Pictures y Metro-Goldwyn-Mayer”, todo ello muy de izquierdas y muy revolucionario, claro está. Detesto el imperialismo yanqui, excepto cuando me provee algunos dólares…

Susú Pecoraro en Verdades verdaderas

   Tanto el guión de Silvia Di Florio, Walter Goobar y Graciela Maglie para Estela cuanto el que firman María Laura Gargarella y Jorge Maestro para Verdades verdaderas omiten cuidadosa, sistemáticamente ocuparse de los crímenes perpetrados por la señorita Carlotto, prefiriendo, en cambio, ofrecer una visión idealizada, heroica y edulcorada. Faltaba más. “La adulación no emana nunca de las almas grandes, sino que es patrimonio de los espíritus pequeños que logran empequeñecerse aún más para entrar mejor en la esfera vital de la persona en torno a la cual gravitan. La adulación presupone un interés” (Balzac, Eugénie Grandet).

   Que la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo fuera protagonista no de uno sino de tres films es algo que debe haber puesto el pañuelo de punta a su archienemiga la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, a quien nunca se le dedicó un film: en algún momento de sus respectivas luchas establecieron una rivalidad absurda, producto de cual de ambas le succionaba mejor las medias a sus patrones. María Hebe Pastor Bogetti (Ensenada, Buenos Aires, 4.12.1928 / 20.11.2022) y su esposo, el señor Bonafini, sufrieron la pérdida de nada menos que dos de sus tres hijos, Jorge Omar (1950-1977) y Raúl Alfredo (1953-1977), además de la esposa del mayor, todos ellos activos militantes del Partido Comunista Marxista Leninista, cuyo estatus legal continúa siendo el de “desaparecidos”. Ama de casa convencional, Pastor fue madre a los 19 años y tras el secuestro de Jorge Omar en enero 1977 participó de la primera ronda (30.4.1977) del grupo de mujeres que desde agosto siguiente, cuando se constituyó en una Asociación Civil, sería mundialmente conocido y respetado como Madres de Plaza de Mayo, del que Pastor fue su presidenta durante demasiados años.

Todos son mis hijos

   Así como el personaje de Stevenson, había un Jekyll y un Hyde en la personalidad de Pastor. El primero pertenece al siglo XX, una mujer valiente, audaz, perseverante, inquebrantable en su lucha por conocer el destino de sus hijos y los de tantas otras madres. Con algunas de éstas tuvo muy pronto serias discrepancias, lo que obligó a una parte de ellas a separarse y conformar Madres de Plaza de Mayo–Línea Fundadora, que, por supuesto y agravando la desesperación de Pastor, tuvo su propio film (Madres, Eduardo Walger, 2005-2006). Ambas agrupaciones fueron cooptadas por Kirchner-Fernández, a quienes les resultaban convenientes para su falsa, interesada adscripción a la causa de los derechos humanos de algunos, los “nuestros”: los otros, que se jodan. El señor Hyde, en cambio, terminó de revelarse en el siglo XXI, deviniendo la pop star del gremio y una usina de vomitar, cada jueves y en cuanta otra ocasión se le brindara, agravios, rencores, puteadas, discriminaciones, acusaciones y delaciones. Odio, en fin.

   Hubo demasiados delincuentes alrededor de Pastor: sus hijos, su nuera y hasta ella misma tras su fatídica asociación con los ajaim Schoklender, quienes ya lo eran de larga data luego de haber asesinado a sus padres. Tras su incorporación, la Asociación Civil Madres de Plaza de Mayo, demostrando una total impunidad, devino una empresa multiservicios, cuyas actividades comerciales (educacionales, inmobiliarias, radiofónicas, televisivas, editoriales, audiovisuales, aeronáuticas y gastronómicas) eran canalizadas a través de su subsidiaria, la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Una de esas actividades, la inmobiliaria, mereció un video institucional de largometraje titulado Sueños compartidos, denominación que en su origen aludía a un emprendimiento realizado con fondos del Estado y con falsos aires de romanticismo social pero que terminó inconcluso y como sinónimo de corrupción, fraude y estafa cuyas consecuencias castigaron sólo a los Schocklender en tanto la responsable principal, aunque procesada, logró fallecer sin juicio ni condena. El video es en sí mismo otro emprendimiento comercial que, como el que registra, casi nadie pudo disfrutar, puesto que no fue estrenado en cines –¡ni siquiera en el Gaumont!– ni emitido por TV ni puesto en la plataforma de Cine.Ar ni está en YouTube, sitio que no le hace ascos a casi nada. Tal vez quien mejor definió la trayectoria de Pastor fue el periodista y escritor Jorge Fernández Díaz: “Fascista de izquierda”, le dijo.

   [Personajes por la fuerza secundarios en la galaxia estelar de ambas presidentas, otras de sus integrantes brindaron su testimonio en varios films, pero sólo dos de ellas merecieron films propios. Nora Irma Morales (1930-2024), “Norita”, fue la cara visible de la Asociación Madres de Plaza de Mayo–Línea Fundadora. Aparte de aparecer en el ya mencionado Madres, hubo dos largometrajes que la tuvieron como protagonista: Norita –Nora Cortiñas– (Miguel Mirra, 2012) y Norita (Jayson McNamara y Andrea Tortonese, A/EEUU, 2017-2023). María Isabel Chorobik García (1923-2018), a la que todos llamaban “Chicha”, ofreció su testimonio en Botín de guerra (David Blaustein, A/E, 1999) y fue retratada en el corto Chicha (Lorena García, 2005) y en el mediometraje Chicha –Esperanza y dolor– (Rosa Teichmann y Guillermo Kancepolsky, 2008)].

FILMOGRAFIAS

Enriqueta Estela Barnes (en todos aparece ofreciendo su testimonio): Invocación (Héctor Faver, E, 1999), Dónde está Miguel (Pablo Torello y Jorge Jaunarena, 2000, MM), 4867-1212 Abuelas (Alex Tossenberger y Daniel Carbone, 2002, nunca terminado), Nietos –Identidad y memoria (Benjamín Avila, 2002-2003), A cielo abierto –Crónica del bombardeo a Plaza de Mayo– (Pablo Torello, 2004, MM), Una historia de todos (Jorge Abeledo, 2005, MM), Historias de aparecidos –La historia completa de las playas del silencio– (Pablo Torello, 2005), El país de nomeacuerdo (Guille Mealla, E, 2006), Noi che siamo ancora vive / Nosotras que todavía estamos vivas (Daniele Cini, I/A, 2006-2008, telefilm), Matar a Videla (Nicolás Capelli, 2006-2008), ¿Quién soy yo? / What am I? (Estela Bravo, A/GB/EEUU, 2007), The disappeared (Peter Sanders, EEUU, 2007), Victoria (Adrián Jaime, 2007), Estela (Silvia Di Florio, 2008), Verdades verdaderas –La vida de Estela– (Nicolás Gil Lavedra, A/E/VEN, 2011), Túpac Amaru, algo está cambiando (Magalí Buj y Federico Palumbo, 2011), El símbolo y el cuate (Francesc Relea, E, 2013), The search (Melina Tupa, EEUU, 2015, corto), Los felices (Sabrina Farji, 2016), Una de nosotras (Soledad Castro Lazaroff, U/BR/A, 2017), Abuelas (Cristian Arriaga, 2019) y Traslados (Nicolás Gil Lavedra, 2023). El sitio virtual IMDb ofrece tres diversas entradas para la misma señora Barnes (Estela de Carlotto, Estela Carlotto y Estella de Carlotto): curiosamente, las tres omiten sus dos shows unipersonales, esto es, Estela y Verdades verdaderas.

María Hebe Pastor Bogetti (ofreciendo su testimonio o siendo aludida): Cuarentena –Exil und rückkher– (Carlos Echeverría, RFA, 1983), Todo es ausencia (Rodolfo Kuhn, E, 1983-1984, telefilm), Octubre a octubre (Victor Olivier y Mauricio Rubinstein, HOL, 1983-1984), Las Madres –The Mothers of Plaza de Mayo– (Susana Muñoz y Lourdes Portillo, EEUU, 1984), No al punto final (Jorge Denti, 1986, corto), Terre d’Avellaneda (Daniele Incalcaterra, F/AL/I/GB, 1995, en el que HP figura como una de los testimoniantes, aunque en realidad aparece sólo en imágenes de archivo), Che: muerte de la utopía? (Fernando Birri, A/AL, 1997, aludida en un intertítulo que dice “Hebe Bonafini, madre de desaparecidos” impreso sobre un material de archivo), Invocación (Héctor Faver, E, 1999), El país de no me acuerdo (Cándida Beltrán [Eduardo Montes-Bradley], 2005, corto), Sueños compartidos (Edgardo Cabeza, 2007), Es más vida (Amalia Robalino y Johanna García Ruiz, ECU, 2007), Nous autres du Bauen (Didier Zyserman, F, 2009), El desacuerdo (María Bagnat, E, 2009), Todos son mis hijos (Ricardo Soto Uribe, 2014-2017) y Memorias del exilio (María Bagnat, E, 2020).

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