sábado, 15 de febrero de 2025

 


FILMS
Más allá del olvido
© D. L. | Publicado el 1.1.2025









Laura Hidalgo y Hugo del Carril


En el principio está el belga Georges Rodenbach (Georges-Raymond-Constantin Rodenbach; Tournai, provincia de Hainaut, 16.7.1855 / París, Francia, 25.12.1898), abogado, periodista, poeta, cuentista, dramaturgo y novelista radicado desde 1888 en París, donde fue originariamente publicada en 1892 en las páginas del diario Le Figaro, en forma de folletín, la novela que devendría su obra mejor conocida, Bruges-la-morte. Ese texto de alguna manera continúa un asunto dramático al que podría sintetizarse como “hombre pierde a la mujer amada y la reemplaza por otra que se le parece”, tal vez inaugurado por el dramaturgo y poeta italiano Teobaldo Ciconi (1824-1863) con su pieza teatral en cinco actos y un prólogo La statua di carne, estrenada tan sólo en 1877: allí, un marinero enviuda por accidente la misma noche de bodas, se entrega al alcohol y en un prostíbulo conoce a una mujer idéntica a la suya, a la que lleva a vivir consigo; cuando la ve con un vestido de la difunta, la mata. El asunto fue llevado al cine en dos oportunidades: véase OBS.

   En el caso de Rodenbach hay un hombre llamado Hugues Viane que tras la muerte de su mujer se muda a Brujas, donde, apenas acompañado de una sirvienta, se dedica a recordar a “elle” –que carece de nombre– a través de objetos que le pertenecieron, en especial unos cabellos en forma de trenza, venerándola hasta el sufrimiento. En uno de sus habituales paseos por la ciudad descubre entre la multitud a una mujer que se parece a la muerta: sorprendido, la sigue hasta averiguar que es una vedette llamada Jane Scott, “bailarina de teatro” y “una mala mujer” a la que adopta como amante instalándola en otra casa en las afueras. No hay más personajes salvo dos, incidentales, una amiga de la sirvienta y un sacerdote. El final es inevitablemente desolador y trágico. Sin embargo, el auténtico protagonista de la novela no es el viudo, sino Brujas, ciudad soñada a la que Rodenbach insufla “un cristianismo como infiltrado en el aire y en las piedras” porque “a una esposa muerta le correspondía una ciudad muerta también”.

   Aunque el texto no alcanzó un nivel de popularidad masiva, sí se lo reconoce como muy influyente. En 1920 experimentó una adaptación al formato operístico con el título Die tote Stadt, compuesta por Erich Korngold sobre libreto de Paul Schott, pseudónimo de Julius Korngold, padre del compositor: son tres actos estrenados el 4.12.1920 al mismo tiempo en dos ciudades, el Stadttheater de Hamburgo y la Opernhaus de Colonia, lo que indica el interés que el asunto suscitaba, convirtiéndose en un éxito a nivel internacional, mereciendo incluso el dudoso honor de ser prohibida su representación por el nazismo. En la Argentina fue estrenada muy tardíamente con el título La ciudad muerta el 19.9.1999 en el Colón, con dirección musical de Stefan Lano, puesta en escena de Roberto Oswald y actuación principal de Cynthia Makris y Carlos Bengolea. En 1954 los franceses Pierre Boileau (1906-1989) y Thomas Narcejac (1908-1998) publicaron su novela D’entre les morts reconociendo que su fuente de inspiración había sido Bruges-la-morte: aquí hay asimismo un hombre obsesionado por su amada a la que cree muerta y una sosías vulgar a la que intenta modelar a su gusto, pero la diferencia es que la mujer es la misma. También esta novela mereció una adaptación al cine.

   En 1939 el director francés Pierre Chenal –nacido en Bélgica– se interesó por el asunto: “Yo me proponía filmar la novela Brujas, la muerta de Georges Rodenbach, con Raimú y Marlene Dietrich, cuando estalló la guerra y fui puesto bajo bandera”, recordó ante el periodista argentino Guillermo Vilela (La Razón, 20.10.1986). Y en 2018 la novela original es mencionada y hasta comentada (“Brujas no es una mujer, es una ciudad”) en el capítulo 3 de la serie televisiva italiana L’amica geniale como un texto que las alumnas deben leer en la escuela.

   La novela mereció versiones televisivas, la mayoría derivadas de la ópera de Korngold, y las siguientes para los cines:

Gryozy (RU, 1915, MM), dir. Yevgeny Bauer, con Alexander Wyrubow, F. Werchowzewa (la esposa) y N. Tserchnobajewa (la otra);
Brugge, die stille (BEL, 1980), dir. Roland Verhavert, con Idwig Stephane y, en ambos personajes femeninos, Eve Lyne.

Otros films que caben en ese apartado temático:

• La statua di carne (La estatua de carne, I, 1921), dir. Mario Almirante, adaptado de la pieza teatral de Teobaldo Ciconi, con Italia Almirante-Manzini.

• Le grand jeu (El gran juego, F, 1933), dir. Jacques Feyder, sobre guión original de Feyder y Charles Spaak con Pierre Richard-Willm como un joven abogado que, escapando de un escándalo provocado por su amante Marie Bell, se alista en la Legión Extranjera y allí conoce a una prostituta idéntica a la otra (Marie Bell, también).

La statua di carne (La estatua viviente, I, 1942), dir. Camillo Mastrocinque, con Fosco Giachetti y Laura Solari, segunda versión del drama de Ciconi.

Le grand jeu / Il grande gioco (El gran juego, F/I, 1953), dir. Robert Siodmak, nueva versión del argumento de Spaak y Feyder, ésta interpretada por Jean-Claude Pascal y Gina Lollobrigida.

Vertigo (Vértigo –De entre los muertos–, EEUU, 1957), dir. Alfred Hitchcock con Kim Novak y James Stewart, basada sobre la novela de Boileau y Narcejac.

Più tardi Claire, più tardi... (I, 1967), dir. Brunello Rondi, guión de Giuseppe Mangione, Vittoriano Petrilli y Rondi de un argumento de Petrilli ambientado en las costas de Cornwall hacia 1910. Allí toma vacaciones un matrimonio, y cuando la mujer (Rossella Falk) es asesinada, el marido (Gary Merrill) busca una sosía (Elga Andersen) tan sólo para visualizar la memoria de la amada difunta. El film –en cuyo elenco asoma Jorge Rivier– nunca fue estrenado en cines en Italia, donde dos años más tarde fue directo a la TV.

El cazador es un corazón solitario (A, 2000), dir. Lorena Muñoz, cortometraje escrito por Muñoz misma en el que “un fotógrafo [Fabián Talin] ha perdido a su mujer [Diana Santini] en un accidente mientras le tomaba fotografías. Se siente culpable y deprimido. Pero un día, por casualidad, conocerá a otra mujer [Diana Santini] muy similar a la anterior, a la que intentará reemplazar”.

   Se ignora cómo la obra de Rodenbach llegó a manos de los dueños de Argentina Sono Film, aunque se supone que, como tantos otros textos que invadieron la industria del cine argentino desde los años 40, comprados en bloque y cada uno de ellos en espera del destinatario adecuado. En este caso específico Atilio Mentasti lo visualizó como un apropiado vehículo para su otra gran estrella de los años 50, Laura Hidalgo, quien competía escote-a-escote con su rival Zully Moreno. Encargó entonces la adaptación a Eduardo Borrás, hombre experimentado en esos menesteres: lo primero que hizo fue crear una historia visible donde no la había más que sugerida; luego, eliminó la cargazón religiosa que Rodenbach adjudicaba a Brujas como atributo distintivo de la ciudad e, imposibilitado de recrearla, trasladó la acción a un lugar sin dirección que ya no es ni siquiera una ciudad, tampoco un pueblo, sino una imponente mansión en el medio de la nada en algún lugar del universo pero rodeada de parque y tocada con un puente. Borrás desarrolló al viudo (Hugo del Carril) como un aristócrata felizmente casado con una mujer a la que adora (Laura Hidalgo): cuando ella enferma y muere, él entra en una severa depresión, viaja para curarse y en el extranjero –París, concretamente– conoce a una muy ordinaria artista de variedades (Laura Hidalgo) idéntica a su mujer, con la cual se casa y a la que lleva a vivir consigo y con el debido recelo de la vieja criada; cuando por fin comienza a apreciarla por sí misma y no como un reflejo de la muerta, reaparece su antiguo cafisho, que la mata.

   La preproducción del film atravesó diversos avatares: en un principio Mentasti ofreció la dirección a Carlos Schlieper, pero éste, hombre inteligente y lector perspicaz, decidió que no era un asunto para él y prefirió hacer otra de sus deliciosas comedias (Alejandra, 1955). El productor contempló entonces otra posibilidad: Leopoldo Torre Nilsson había hecho para la empresa Para vestir santos (1954), comedia dramática popular con Tita Merello, y estuvo de acuerdo en dirigir a Laura Hidalgo y hasta llegó a elegir a Lautaro Murúa para el principal personaje masculino. Sin embargo, Mentasti derivó a Nilsson a otro proyecto (Graciela, 1955) y contrató en cambio a Hugo del Carril en su doble condición de actor y director. También el título del futuro film se vio sometido a varios cambios, siendo mencionados “Brujas, la muerta”, “La sombra” y “Desde el fondo del pasado” hasta que Borrás (¿quién, si no?) prestó atención a una línea del texto de Rodenbach que dice respecto de Hugues Viane que “sus ojos, cansados, miraban lejos, muy lejos, más allá de la vida”. Entonces fue, para siempre, Más allá del olvido.

   Iniciado el 20.6.1955, el rodaje debió ser suspendido tras la jornada del 21.10: luego del golpe de Estado militar de septiembre que derrocó al Presidente Juan Domingo Perón, Hugo de Carril (peronista confeso desde los albores del movimiento) fue detenido con una excusa absurda y pasó casi dos meses en la cárcel de la avenida Las Heras, por cierto en compañía de Atilio Mentasti. El 2.12 reanudó la filmación, que completó justo antes del final del año. Aunque siempre fue considerado principalmente un realizador de films de contenido social, como Surcos de sangre (1949-1950), Las aguas bajan turbias (1951-1952), Las tierras blancas (1958) y Esta tierra es mía (1960), Hugo del Carril (1912-1989), en verdad, solía asumir esos temas como telón de fondo: su film más famoso, Las aguas bajan turbias, visto en su exacta dimensión, es un frondoso melodrama que tiene como subtema el de la explotación de los trabajadores rurales. Por ello, resulta singular, al menos curioso, que su obra maestra, su film más cuidado desde lo estético y también el más profundo, no contenga ni una pizca de lo que suele denominarse “realidad social”. Más allá del olvido es sin duda un melodrama desatado, el mejor que haya salido de un estudio argentino en toda su historia, seguido de cerca por Puerta cerrada (Saslavsky, 1938) y Pobre mi madre querida (Manzi y Pappier, 1947).

   Conscientes del todavía espeso clima político que se vivía en la Argentina del primer semestre de 1956, los Mentasti decidieron tentar el terreno ofreciendo un preestreno en provincias, algo que estaba previsto para el 23.4.1956 en la ciudad de Santa Fe. Tenían razón, tal como lo demuestra un despacho publicado al día siguiente por el corresponsal del diario Noticias Gráficas: “La actriz Laura Hidalgo y Hugo del Carril fueron objeto de una estruendosa silbatina al presentarse en esta ciudad para asistir, en el cine Ideal, al estreno de la película titulada Más allá del olvido, por ellos protagonizada. Los artistas nombrados llegaron en automóvil guiado por el actor, alrededor de las 22 y un crecido número de personas que ocupaba el hall y la acera del cine los recibió con vivas a la libertad y gritos de repudio «por su colaboración con la dictadura». Ante semejante recibimiento y seguramente temiendo una agresión de hecho, Hugo del Carril aceleró el vehículo para huir de contramano, lo que motivó un choque contra otro automóvil. No obstante, el actor logró seguir la marcha y desaparecer. Enseguida, las personas que repudieron [sic sic] a los artistas mencionados entraron en la sala forzando las puertas de acceso y explicaron de viva voz lo ocurrido, lo que determinó al público al retiro en orden, por lo cual se suspendió la función”.

   Tan sólo dos meses más tarde, con los ánimos populares un tanto calmados, se produjo el estreno porteño. Al día siguiente, las críticas fueron tibias, y no resulta para nada una pérdida de tiempo transcribir –en vista de lo que la patina d’il tempo puso en su justo lugar– algunos comentarios de los críticos porteños. “Se ha obtenido con decoro artístico una fiel y colorida visión de los seres novelescos y humanos del libro” (La Nación, 15.6.1956); “Está bien realizada y, dentro de un lenguaje clásico, en términos correctos de cine” (Roland en Crítica, 15.6.1956); “Dentro del tono de melodrama, con más apelación a la meditación psicológica o a la filosofía de los sentimientos que a las lágrimas, ésta es una muestra digna, realizada con estatura formal” (Clarín, 15.6.1956), “Excelente conjunción de valores” (Noticias Gráficas, 15.6.1956); “Es evidente el decoro y el cuidado en los detalles y enfoques de época” (La Razón, 15.6.1956); “Esa demora en el curso narrativo no se ve compensada por un clima o una tensión dramática que la justifique y, además, se ve perjudicada doblemente por un diálogo de escasa calidad y por una música insoportable […] aunque tiene aciertos de realización que nacen, más que nada, de la sobriedad con que Hugo del Carril ha encarado su trabajo equilibrando, en cierto modo, deficiencias notorias” (La Prensa, 15.6.1956); “Firme paso de avance para nuestro cine… Es inobjetable la síntesis argumental… Una cuidada composición de ambiente forma en todo momento la sólida base en que se apoya la interpretación” (El Mundo, 15.6.1956); y “Excelente melodrama romántico” (Heraldo del Cinematografista, 20.6.1956), sin olvidar el insensato ninguneo practicado con más iracundia adolescente que conocimiento del tema por David José Kohon en su crítica para Mundo Argentino (27.6.1956). Más allá del estreno, merecen destaque las opiniones contrastantes de Domingo Di Núbila –“Hay sentido del tempo y del valor de las imágenes”, en su Historia del cine argentino, II, 1959– y de José Agustín Mahieu –“Melodrama romántico y envejecido”, en su Breve historia del cine argentino, 1965–. En resumen: todo bien, pero de obra maestra, nada.

   Esa definición comenzará a ser tenida en cuenta veinte años más tarde. En su edición del 15.7.1975, la revista Antena dedicó cuatro páginas a publicar el resultado de una encuesta entre diez críticos e investigadores especializados: Roland, Salvador Sammaritano, Mahieu, Antonio A. Salgado, Néstor Romano, Alberto Tabbia, Carlos Ferreira, Jorge Miguel Couselo, Domingo Di Núbila y quien escribe estas líneas, a la postre el único que incluyó Más allá del olvido entre sus preferidos. El artículo se titulaba “De las nuestras, las mejores”. [Cuando fue estrenado, tenía apenas 10 años de edad. Creo recordar haber visto el film por primera vez en el cine América, de Villa Pueyrredón, en uno de sus “días de damas”, tres títulos argentinos a 80 centavos la entrada. Pero comencé a admirarlo años más tarde a través de sus frecuentes pasadas por TV: era como un imán, cada vez que lo anunciaban allí estaba yo, sentado frente al aparato. Así fui reconociéndolo, saboreándolo hasta llegar a la conclusión de que, sin duda alguna, se trataba de una obra maestra, una de las pocas que nos ha deparado el cine aborigen. Ya en mi rol de periodista profesional escribí algunos artículos laudatorios con la excusa de renovadas emisiones televisivas o de su exhibición en el Cine Club Núcleo].

   Más allá del olvido atesora, incluso más de medio siglo después, todos sus valores. Director y guionista, a despecho de que se trataba de un encargo para lucir a Laura Hidalgo, sutilmente volcaron el protagonismo al personaje masculino, al que convirtieron en un enfermo, físico y mental. No los asustó la obvia comparación que de la segunda parte muchos establecerían con Rebecca (Rebeca, una mujer inolvidable, EEUU, 1940), el clásico de Hitchcock, en lo que la novela de Daphne Du Maurier (1938) tiene de parecido con la de Rodenbach, una similitud apenas formal. Los estupendos climas, tocados por un aire romántico y decadente, encontraron en el director de fotografía Alberto Etchebehere a un traductor excepcional, aportando una envidiable gama de grises fuertemente contrastados entre los blancos y los negros. No menos inteligente es la partitura musical, en su mayor parte compuesta por Tito Ribero sobre el Vals nº 3 de Chopin (que Enrique de Rosas ya había utilizado en su film Atorrante, en 1939).

   Mucho después de 1975, el film de Hugo del Carril fue objeto de una bienvenida revaloración. “Espléndido melodrama laberíntico y de concepción barroca” (Claudio España, 1984), “Obra maestra incomprendida en su momento” (Gustavo Cabrera, 1992), “Una obra maestra” (Horacio Bernardes, 2002) y “Uno de los melodramas más fascinantes en la historia del cine argentino” (Jorge Ruffinelli, 2003), con un pico de exageración vomitado por los tres autores de un librito que casi nadie podrá leer porque, al ser una edición oficial del INCAA, no puede ser comercializado: escribieron, ellos tres, que Más allá del olvido es “el mejor film del cine argentino”, opinión que vendría a ser la cara B de la de Kohon en 1956. Más sutil, Alberto Tabbia escribió que este film es una “flor de invernadero más decadente de lo que la Bélgica de Rodenbach hubiese podido delirar […] el film más personal de Hugo del Carril, excepcional en todo sentido”. Años más tarde comenzó a ser exhibido en ciclos dedicados al melodrama en algunos festivales internacionales (San Sebastián 1989, Nantes 1996) y hoy ya nadie pone en duda sus valores y también su influencia: se han publicado dos libros con ese título, uno en dos tomos por Guillermo Russo y Andrés Insaurralde (2013) y otro por Angel Faretta, Diego Avalos y Melina Cherro (2019), así como la programación de cine recuperado (con la abreviatura MADO) por parte del Museo del Cine y el MALBA. Se hizo justicia.

 

SIC     Drama que gira en torno a un pintor que pierde la vista, pero es una persona muy positiva. [Cecilia Castro, Infobae, 13.8.2024, believe or not].

 

TAQ     Con tres semanas en el Normandie, tuvo una discreta carrera comercial: desde la 2ª semana (21.6) apareció en dos salas suburbanas, y desde la 3ª (28.6) ocupó la cartelera de los cines Atlantic, Príncipe, Moreno, Alberdi, Palais Royal, Alba, Park, Sena, Nobel, Parque y 9 de Julio. Luego, fue programado desde el 5.7 en el Asamblea, el Aesca y el General Paz, y desde el 12.7 sólo en un suburbano. Tras desaparecer una semana de toda cartelera, reapareció desde el 26.7 en dos salas del conurbano bonaerense; desde el 2.8 en los cines Cecil, Caballito, Alvarez Thomas, Canadian, Febo, Bijou, Odeón Palace, Roxy, Loria, General Urquiza, Parravicini, Lima y San Telmo; desde el 9.8 en los cines American Palace, Ideal Monroe, Olavarría, Follies, Real Palace, Avellaneda, Floresta y Argentino; desde el 16.8 en el Varela y el Devoto; desde el 23.8 en los cines Albéniz, Antártida Argentina, Alas y Pompeya (en los tres últimos como complemento de Novia para dos, estrenado ese mismo día); y desde el 30.8 en tres salas suburbanas. De acuerdo al investigador Alberto Elena, obtuvo su licencia para ser exhibido en España el 11.10.1960, pero su lanzamiento comercial “no consta”.

 

Más allá del olvido

Argentina, 1955

35mm / B&N / RCA / 93’ / PM16

 

EQ     CP, CD: Argentina Sono Film SACI. AP: Carmelo Vecchione. AYP: Luis Rey – L. [Leonardo Duleide] Gutiérrez. D: Hugo del Carril. AD: Orlando Zumpano – Felipe López. AYD: José Lagreca. G: Eduardo Borrás, inspirado sobre [la novela] Brujas, la muerta de Jorge Rodenbach [Bruges-la-morte, de Georges Rodenbach]. F: Alberto Etchebehere. CM: Alberto Curchi. JR: Juan Rocino. E: Gori Muñoz. DC: Luis Vanín. V: Eduardo Lerchundi. MQ: Kurt Grun [Grün]. AMQ: Maruja Soto. PN: Roley. S: José María Paleo. RG: Mario Fezia. C: Higinio Vecchione. [AC: Antonio Lescano]. M: Tito Ribero, [en su mayor parte compuesta sobre el Valse nº 3 en la menor opus 34 nº 2, de Frédéric Chopin]. IM: María Luisa Ritterstein en solos de piano. [PUB: Boris Zipman]. EF, LS: Argentina Sono Film SACI (Martínez]. LOC: GBA (quinta de la familia Anchorena en La Lucila) y provincia de Córdoba. L: Laboratorios Alex [SACI]. FR: 9.8.1955 al 21.10.1955 y 5.12.1955 al 30.12.1955. LC: 14.6.1956, cines Normandie, Roca, Gran Savoy, Güemes, Cuyo, Argos, Fénix, Pueyrredon, Edison, Majestic, Gran Sud, Aconcagua, El Sol de Mayo, 25 de Mayo y Parque Chás + 4.

 

I&P     Laura Hidalgo (Blanca = “elle” o “la morte” en la novela – Mónica = Jane Scott), Hugo del Carril (Fernando de Arellano, marido de Blanca = Hugues Viane) / Eduardo Rudy (Luis Marcel, alias Mauricio Pontier) / Gloria Ferrandiz (ama de llaves Sabina = Barbe), Ricardo Galache (médico profesor Santillán), Pedro Laxalt (Alvaro, primo de Fernando), Francisco López Silva (mayordomo Esteban) / Ricardo de Rosas (cochero Bernabé), Víctor Martucci (médico amigo del profesor Santillán), Lily Gacel (mucama Herminia), Ramona Lloveras (esposa de Alvaro), Alberto Barcel (conserje), Adolfo Meyer y Fedora Marini (padres de Alvaro), Alfredo Almanza (detective), Rafael Diserio [PEL], Pedro Garza (mozo jorobado del cabaret de París), Roberto Machado (detective apuñalado por Pontier), José Rivas (ordenanza del teatro) / Selva (la perra Selva) / na Aída Villadeamigo (espectadora en el cabaret de París).

 

F&P     INC: 3º premio al film (ex aequo con La Morocha y con El hombre señalado) y premio a la escenografía / 37º Festival Internacional de Cine, San Sebastián, 15-23.9.1989, sección Grandes Melodramas de América Latina / 7º Latino Film Festival, Nueva York, 16-28.8.1990, sección Homenaje a Argentina Sono Film / 18º Festival de 3 Continents, Nantes, 19-26.11.1996, sección Les Grands Mélodrames Argentins / A Passage to Argentina, Nueva York, 24.4-28.5.1998, sección Cine Clásico / 20º Festival Internacional de Cine, Mar del Plata, BA, 10-20.3.2005, sección Retrospectivas: Hugo del Carril / 3º Encuentro Cinematográfico Argentino-Europeo “Pantalla Pinamar”, Pinamar, BA, 9-16.12.2006, sección El Vals del Aniversario (en copia restaurada) / 28º Festival International du Film, Amiens, 7-16.11.2008, sección Rétrospectives: Argentina Sono Film / 27º Festival Internacional de Cine, Mar del Plata, BA, 17-25.11.2012, sección Focos: Revisiones / 29º Festival Internacional de Cine, Mar del Plata, BA, 22-30.11.2014, sección Revisiones: Homenaje a Alberto Etchebehere / 30º Il Cinema Ritrovato, Bolonia, 24.6-2.7.2016, sección Un’Altra Storia del Cinema Argentino.

 

El autor agradece a Paco Díaz Alejo, quien gentilmente le prestó para su lectura la edición de la novela en la prestigiosa colección Austral.


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